12.2.11

MSIC

Hoy hablamos de salud. Es tanto el (feliz) cambio que mi mente y mi cuerpo realizaron hace ya más de un año a esta parte, que lo único que lamento es no haber experimentado (no haber querido hacer) ese change a su debido tiempo.

No es fácil de explicar lo bien que me siento, tanto por dentro como por fuera. Claro que aún queda por hacer...pero no soy ni mucho menos lo que era en 2009. Ahí toqué fondo. No voy a volver a hablar de esos excesos tan recurrentes ya varias veces tratados.

Yo, que siempre he sido algo sedentario, tranquilón y amigo de las lecturas en casa, y poco partidario de hacer deporte (no es que no me gustase, porque siempre me han gustado los juegos de pelota, pero...) descubrí hace ya un tiempo el placer de correr.

Lejos quedan ya esos penosos tiempos en los que apenas podía arrastrarme, por la ribera del río, asfixiándome y resoplando como un caballo viejo y gordo. Con práctica, superación e insistencia todo es posible. Hasta aligerarte los pies. Y hacer que las agujetas sean invisibles.

Claro que no todo es salir a correr. Si eres de los que le apasiona el buen yantar como yo, y prácticamente le gustan todas las comidas y alimentos posibles (exceptuando los mejillones y otros mitílidos repugnantes), has de cortar por lo sano, amigo. En fin, no hablaré de comida que me entra hambre...

Pocas cosas hay que suban tanto el ánimo a uno, le despejen la cabeza y le distraigan de las preocupaciones como una buena carrera. Preferiblemente, sin sol. Al atardecer o en maitines. Y si es con viento y lluvia, casi orgásmico. Tú solo contra los elementos. El agua golpeando tu rostro reconforta más de lo imaginable. Tal vez la mayor parte de la gente te vea como un tarado, pero no te importa lo más mínimo.


Vive Dios, qué bien me siento...yo creo que casi nunca me he sentido tan bien en este sentido, de saber que estás en el buen camino y de que, al menos en esto, estás haciendo las cosas bien. Después de cierto tiempo en la senda equivocada. Ahora controlo yo.


¿Salimos a correr?

2 comentarios:

  1. Convocatoria de exámenes que acaba de finalizar. Seis de la mañana.

    Andábamos mi amigo Vicente y yo en el aulario de la Merced, ultimando la preparación de un examen que teníamos unos días después. Entra el guardia, y nos dice:

    -¿Sólo quedáis vosotros? Venga pues id saliendo, que es hora de cerrar.

    Vicente me mira, y yo le correspondo. Por su boca se articulan las siguientes palabras:

    -Voy a mi casa, me cambio y te pego un toque cuando salga hacia la tuya.

    Y allí que nos fuimos, a las seis y media de la mañana, a correr. Subimos toda Ronda de Garay entera y, al llegar al río, recorrimos la avenida Teniente Flomesta hasta llegar al Malecón, que atravesamos hasta su final. Luego media vuelta, y a casa.

    Así si se puede uno ir a dormir tranquilo.

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  2. Jejejej... tantas y tantas veces me hice yo esa bendita ruta, don Pedro...

    Desde luego que se duerme uno bien. En el séptimo cielo.

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