24.2.11

Un tal Carlos (parte I)


Hoy, lo siento, voy a ser oportunista al máximo, ya que hoy, 24 de febrero, es el "cumpleaños" de cierto personaje histórico de relevancia. Relevancia no sólo española, sino europea y aun mundial, aunque en los últimos años se haya ido rebajando esa relevancia, debido a las nuevas corrientes de la historia y a los nuevos tiempos de cultura, política y pensamiento. El Imperio Hispánico ya no se lleva. Es injusto, porque por los años del franquismo parece que Carlos y Felipe eran falangistas, fusilaban a gente por sus ideas, cantaban el Cara al Sol e ilegalizaron el PCE, entre otras cosas. Pero ellos, estos reyes y las gentes del Siglo de Oro, no tienen ni mucho menos la culpa de esta burda utilización. Son hijos de su tiempo y nada más.

Este personaje, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en uno de mis predilectos, junto a Juan de Austria, Garcilaso de la Vega, Blas de Lezo o Cosme Churruca. Estoy hablando de Carlos de Gante, más conocido con el rimbombante "Carlos I de España y V de Alemania", por decir sus títulos de forma simplificada. Se me podrá achacar fácilmente de imperialista al gustarme tanto un personaje como el sacro emperador germánico, al estilo de los juntaletras del franquismo, y de cómodo y facilón al preferir esa época esplendorosa, cuando España era temida y respetada de verdad, (esta vez de verdad) pero nada más lejos de la realidad.He leído varias biografías y estudios modernos, como los de Fernández Álvarez, Brandi, Lynch o Thomas. Y no todo en Carlos ni en su vida fue oro, pompa y magnifiencia, éxitos y reverencias. Ni por supuesto en su política o en los múltiples reinos que, con una suerte tremenda, por los avatares del destino le tocó gobernar.

Carlos nació hace justamente hoy 511 años en el Palacio de la Casa del Príncipe (Prinsenhof) de Gante, hijo de Juana de Castilla ( hija de los Reyes Católicos), luego llamada La Loca, y Felipe de Habsburgo (hijo del Emperador Maximiliano I y María de Borgoña), apodado El Hermoso (curioso este Carlos: una madre loca y un padre hermoso), el duque de Borgoña. Por lo tanto ya su mismo nacimiento era la culminación de las ambiciosas políticas matrimoniales a las que se prestaron ciertas monarquías de la época, de las cuales las más beneficiadas fueron los Trastámara y los Habsburgo. Carlos estaba destinado a las mayores glorias, pese a que su nacimiento no fuera precisamente demasiado glamouroso: en el baño, de forma apresurada, procediendo su madre sin ayuda de nadie. Banalidades aparte, ciertamente ese niño era fruto de un matrimonio bien pensado en cuanto a territorios y dignidades: de un lado, la Corona de Aragón (con Nápoles y Sicilia) y la Corona de Castilla (con las islas Canarias y los nuevos territorios descubiertos en las Indias, de los cuales aún no se tenía conciencia plena de la magnitud en cuanto a tamaño. Navarra sería anexionada en 1512). De otro lado, los territorios patrimoniales de los Habsburgo y Borgoña (múltiples ducados y condados, como la misma Borgoña, Brabante, Luxemburgo, Artois, Charolais, Flandes, Hainaut, Tirol, Estiria...) además del enchufe para optar a Emperador ya que Maximiliano es su abuelo paterno. Pero, en principio, no era Carlos el primero en la línea sucesoria. El azar y la fortuna fueron dándole esa oportunidad.

Antes, se encontraban príncipes como Juan ( conocido por su querencia por el lecho conyugal) o Isabel, primogénitos de los Reyes Católicos, o Miguel, hijo de esta Isabel. Sus prematuras muertes (1497, 1498 y 1500) fueron configurando los acontecimientos. Los padres de Carlos se habían casado en 1496, y con estos tres inesperados golpes, Juana es confirmada como heredera de Castilla y Aragón. Pero en noviembre de 1504 muere Isabel la Católica, con lo que Castilla queda descabezada. Fernando intenta controlar la situación, nombrando a Juana reina. El marido de ésta ya había puesto sus ojos en la Península. Posteriormente se acuerda el gobierno conjunto de los tres, pero pronto desembarcaría en España Felipe. Enseguida quedó de manifiesto el odio existente entre Fernando y Felipe. El Hermoso contaba con el apoyo de la nobleza castellana, quien veía al Católico como un aragonés demasiado astuto y advenedizo, por lo que Fernando procede a retirarse discretamente a sus territorios en 1506. El flamenco es proclamado rey de Castilla en las Cortes de Valladolid en julio de ese año. Su mujer Juana empezaba a perder la cabeza, acaso por las infidelidades de su amado Felipe, quien en modo alguno correspondía a su mujer. Tiempos difíciles en Castilla.

Poco duraría como rey ya que en septiembre fallece en circunstancias extrañas (enfriamiento por beber agua helada después de hacer ejercicio, peste, fiebres...) que hicieron sospechar de asesinato por parte de Fernando. Lo cierto es que a la muerte de Felipe, y con Juana recorriendo el reino con el féretro, por la noche, de su finado marido (por cierto: el cuadro de Francisco Pradilla adjuntado ahí me parece uno de los más impresionantes del Arte español de todos los tiempos.), la regencia de Castilla es asignada a un viejo (y tan viejo) conocido, el austero y competente cardenal Cisneros, siendo llamado Fernando posteriormente. Éste no había perdido el tiempo y ya en 1505 se había casado con Germana de Foix, para obtener un heredero. Infructuosamente, por cierto; de nada sirvieron los brebajes de testículos de toro. Pero estamos en 1506 y, con Juana incapacitada y recluida, los dos veteranos hombres de Estado aguardan a la mayoría de edad de nuestro Carlos. Cisneros con más fe que Fernando, ya que el Católico tenía mayor afinidad con el hermano de su nieto, llamado también precisamente Fernando, nacido en 1503 en Alcalá y educado como castellano.



Carlos permanecía ajeno a todo esto. Había nacido en Gante y, alejado de sus padres, llevó hasta los 18 años una educación como flamenco, como príncipe borgoñón, con su tía Margarita de Austria. La Corte de Flandes le marcó de por vida, con su ceremonial (como el Toisón de Oro, importado a España) y sus maneras, en su carácter y procederes. Llamado como uno de sus bisabuelos, el legendario Carlos el Temerario (muerto en batalla, en Nancy, 1477) tenía preferencia por espadas, rodelas, armaduras y correrías con campesinas. Participando en justas y leyendo libros de caballerías, mostraba más interés en todo ello que en los estudios, pese a los esfuerzos de sus preceptores Guillermo de Croy, señor de Chièvres (quien incluso dormía en la misma habitación con él) y Adriano de Utrecht. Hablaba fundamentalmente francés y el castellano hubo de aprenderlo con los años; cuando desembarcó en 1517 apenas lo entendía.

En 1515 fue nombrado Señor de los Países Bajos. Pero el verdadero momento llegaría en enero de 1516, con la muerte de su abuelo Fernando. El Católico, quien hasta el último momento mostró su preferencia por Fernando el castellano. Con todo, nombró en su testamento como heredero (aunque nominalmente era "Gobernador y Administrador de los Reinos"; la reina, pese a estar incapacitada por su locura, seguía siendo Juana) a Carlos. Mientras el de Gante llegase, el regente sería de nuevo Cisneros. Pero Carlos, o mejor dicho su caterva de flamencos, tenía poco tiempo, por lo que se plantea la idea de proclamarse rey a mediados de marzo. De hecho en Bruselas se cantó "El rey Fernando ha muerto. ¡¡¡Vivo es el rey, vivo es el rey!!!". Informados el Consejo de Castilla y Cisneros, éste le responde en abril con la nueva titulación, esto es, Juana Reina y Carlos Rey. En Navarra fue reconocido en mayo, encontrando en Aragón mayores resistencias.

Así, el viaje a España no se produjo hasta septiembre del año siguiente. A finales de mes, tras un largo y dificultoso trayecto de más de 20 días, la comitiva desembarcaba, a causa de un temporal, en Tazones, cerca de Villaviciosa, Asturias. Unos exóticos flamencos en barco no debieron de agradar demasiado a los lugareños, ya que los atacaron, considerándolos piratas. Carlos era ya por entonces un joven de mediana estatura (para la época. Era más bien bajito.), paliducho y rubio, con la nariz picuda y una exagerada barbilla, con la mandíbula trastocada, por lo que dificultaba su modo de hablar y de comer. De expresión bobalicona, no demasiado agraciado, al contrario que su hermoso padre. El anciano Cisneros, de 81 años, partió de Valladolid para recibirlo, pero el regente falleció en un pueblo de Burgos sin que Carlos hiciera gran cosa por apresurarse en ir a por él. En Tordesillas se entrevistó brevemente con su madre, a quien apenas había visto en su vida y quien ya no saldría de su triste prisión hasta su muerte con 76 años. La madre del futuro emperador confinada y sola. Las contradiciones de la vida.

A partir de ahora comienza la frenética actividad de Carlos (como una premonición de su vida; pocos reyes ha habido tan móviles como Carlos V) y los flamencos, básicamente la de "tomar el dinero y correr", ya fuera por Castilla o Aragón, y haciendo caso omiso de las peticiones de las Cortes, como aprender castellano, no sacar oro, plata y caballos de Castilla o dejar de colocar a flamencos en los puestos gubernamentales o eclesiásticos importantes. Ese mismo 1518 procedió a sacar a su hermano Fernando de Castilla, ya que empezaba a contar con demasiados apoyos entre la nobleza. El buen Fernando, más castellano que él, fue mandado a Flandes y posteriormente sería rey en Viena, alejado de España. Carlos, además, conoció a la segunda mujer de su abuelo materno, Germana, de 29 años. La sintonía fue tal que pronto surgió el amor entre ambos; (desde luego la industria del corazón hubiera tenido un filón con esto) con todo, la relación entre Carlos y su abuelastra (¿qué escandaloso, no?) no duró demasiado, ya que Germana se casó con el duque de Calabria y ejerció como virreina de Valencia. Con el único objetivo de recaudar fondos, el clima de oposición fue creciendo en ese par de años de 1518-1520 ya que la codicia de los flamencos se hizo proverbial y caló en el imaginario de la gente del pueblo.

En enero de 1519 fallecía su abuelo Maximiliano, y tras seis meses de negociaciones en los que mucho influyeron los dineros de los banqueros alemanes Fugger y Welser (quienes bien exigirían luego que se les devolviese el favor), y en las que se impuso a su gran rival Francisco de Francia, Carlos era elegido Rey de Romanos en Frankfurt; esto significaba que en la práctica, era el futuro Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico ; lo que faltaba, pensarían muchos: un rey que ostentaba ya las coronas de Castilla, Aragón y los Habsburgo se hacía dueño de media Europa más y se constituía en cabeza de la Cristiandad. A todo esto, un tal Hernán Cortés estaba conquistando el decadente Imperio Azteca en México en su nombre. Y en septiembre de 1519 , tras el consentimiento de Carlos, parte de Sanlúcar la expedición del portugués Fernando de Magallanes con el objetivo de circunnavegar el globo, una de las mayores hazañas de la historia. ¿Es posible mejor momento histórico, al menos en territorios y poderío? . Ajeno a todo esto, como siempre, Carlos en este momento necesita guita. Así que, en marzo de 1520, tomando más dinero y dejando a Adriano de Utrecht como regente, tomó el camino de Compostela para convocar Cortes allí y luego en La Coruña se subió a un barco, rumbo a Alemania con el objetivo de asumir la imperial corona en Aquisgrán, como Carlomagno.

Pero sus súdbitos españoles, en concreto los castellanos, no estaban tan contentos y no participaban de la algarabía de Carlos y sus flamencos. De hecho se estaban empezando a levantar para enfrentarse abiertamente a ese fulano flamenco que no conocían de nada, que recluía a su madre y expulsaba a su hermano, o colocaba como obispos de Toledo a amigos de 20 años además de llevarse maravedíes y maravedíes para la "causa imperial". Carlos se iba a enfrentar por vez primera a todo lo que suponía reinar y gobernar, y lo que acarreaba el mal gobierno. Comenzaban las Comunidades.

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