24.2.12

Cartagena de Indias, 1741. Cuando los ingleses se tragaron su orgullo (y sus medallitas)

Hoy hablaré de uno de mis temas predilectos. Y de uno de mis personajes favoritos de la historia española. Es además uno de los grandes olvidados de la misma, como la inmensa mayoría de los héroes anónimos de España. Gente sin nombre ni título que sirvió de carne de cañón en innumerables campos de batalla, asedios, batallas navales y escaramuzas a lo largo de la historia de España, cosechando un buen número de victorias y unas cuantas derrotas. Todo ello para prácticamente nada. El personaje de hoy no es anónimo, desde luego, pero no tiene el reconocimiento merecido. Algo por otra parte habitual en nuestra España.

Situémonos. Cuando he hablado de historia, siempre me he quedado en el siglo XVI, mi siglo predilecto, entre varios. Hoy me centro en el XVIII, que también me agrada. Una centuria empezada por España envuelta en una Guerra de Sucesión, dada la incapacidad manifiesta del último Austria, Carlos II El Hechizado y demás. La consecuencia fue la pérdida de independencia de España y su caída en la órbita de Francia, la cual introdujo a un monarca de su dinastía Borbón en nuestro país (Felipe V). Aunque este rey y los siguientes se esforzaron y obtuvieron unos cuantos logros, se fue acentuando la "decadencia" patente desde 1648.

Era una España más decadente que aúrea, cierto. Pero aún seguía siendo esa España altiva, fiera y sin cajas templadas, como desde 1492. Y en este siglo XVIII, que contemplaba el auge y el poderío de Inglaterra, Francia o Prusia, entre otros, no faltó alguna gesta heroica, que las hubo, y una machada como pocas en la historia, el tema de hoy.

¿Dónde? En el mar Caribe. Un mar muy literario y aventurero, plagado de historias reales y ficticias de piratas, bucaneros, corsarios, malandrines y demás buscavidas, de muy variadas patrias. Aunque existía el comercio legal y sin violencias, consecuencia de la pérdida de poder española, y el contrabando, la realidad más latente eran los ataques de corsarios fundamentalmente ingleses y holandeses a la que seguía siendo la principal potencia en las Indias, la Monarquía Hispánica. Los ingleses, como habían arrebatado Jamaica a España en 1655, contaban con una excelente plataforma para sus lucrativos y honrados propósitos. Entre ellos, el contrabando, realizado de forma exagerada. Además en ocasiones venía acompañado de algún asedio o intento de conquista de territorios españoles en las Indias. Los ingleses tenían éxitos momentáneos, porque se apoderaban de algún puerto o fortaleza, pero poco después los españoles recuperaban la plaza.

En los años 30 de este siglo XVIII la situación fue creciendo en cuanto a tensión y no se daba abasto en cuanto al apresamiento de buques y navíos. En 1731, un guardacostas español, el Isabela, apresa a un barco contrabandista inglés, el Rebecca. El capitán, Julio Fandiño, le perdona la vida a su homónimo anglosajón, Jenkins, pero no le iba a dejar marcharse de rositas. Le cortó una oreja mientras le dijo: "Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve". El humillado y desorejado capitán recogió su antiguo cartílago y lo depositó en un tarro con alcohol, volviendo a la madre patria con viento fresco.

Años más tarde, en 1738 y en medio de las estrategias de los comerciantes ingleses, ávidos de réditos, y de una situación en Inglaterra propicia a la guerra, Robert Jenkins mostró su oreja en el Parlamento. Sí, con todo lujo de detalles. Recordó además la altiva frase de Fandiño, por lo que el escándalo fue notorio en Londres, Inglaterra y la Gran Bretaña. El rey Jorge II se creyó ofendido y se declaró la guerra a España, triunfando el bando político belicista frente al apaciguamiento practicado por Walpole, el primer ministro británico, que inició el conflicto armado de mala gana. Comenzaba la Guerra del Asiento, también llamada De la Oreja de Jenkins (1739-1748).

A finales de ese mismo año de 1739, el 21 de noviembre, el almirante sir Edward Vernon (1684-1757) atacaba con una flotilla de 6 buques el importante puerto de Portobelo, fundado como San Felipe (en honor al rey Felipe II) de Portobelo en 1597, en lo que hoy es Panamá. Fue una de las más importantes plazas españolas durante su Imperio en las Indias, pero ya en esa época estaba pobremente defendida, por lo cual el triunfo inglés fue bastante cómodo. En apenas dos horas se tomó el puerto y se procedió a su destrucción hasta casi los cimientos. Los británicos, con su tendencia a magnificar cualquier escaramuza, lo tomaron como una hazaña, sobre todo porque no estaban acostumbrados a ganarles a España en su terreno. La famosa Portobello Road de Londres debe su nombre a esta acción.
La toma de Portobelo obedecía a la estrategia inglesa de cortar la comunicación entre los virreinatos de Nueva España (México, Guatemala, Nicaragua, etc) y Nueva Granada (Colombia, Panamá y Venezuela), así que mientras, otros navíos ingleses pululaban por el Pacífico.

El susodicho Vernon, provisto de buenas dosis de orgullo y fanfarronería, como buen inglés, y animado por la opinión pública de su país, se encaminó entonces un poco más al sur, y saliendo desde Jamaica, Port Royal concretamente (la de Piratas del Caribe) se dirigió a Cartagena de Indias, tal vez la ciudad más importante del mar Caribe, un puerto capital por donde pasaba toda clase de comercio, además de especias y el metal precioso peruano. No en vano era llamada la Llave del Imperio. Una ciudad de unos 20.000 habitantes, fundada por don Pedro de Heredia en 1533 y en donde destacaba su castillo de San Felipe de Barajas. Fortaleza que aún sigue en pie y remozada en varias ocasiones, se encuentra en perfecto estado de conservación. También debe decirse que las sucesivas ampliaciones fueron magnificándola; en 1741 era un castillo bastante más pequeño.
A Cartagena se dirigió Vernon, aunque esta primera visita fue más que nada de reconocimiento, para comprobar las escasas condiciones defensivas de la plaza (el castillo y poco más, básicamente unos cuantos fuertes y baterías situados en las islas y peñones, rodeados de lagunas y manglares). No pasó de unos cuantos tiros. Una simple escaramuza en la primavera de 1740.


A comienzos de marzo de 1741, Vernon regresó, esta vez al frente de una formidable y exagerada flota de 180 navíos (casi 60 más que la "Armada Invencible" de Felipe II, por ejemplo) -otras fuentes hablan de 185- donde iban unos 23.600 combatientes y con unas 3.000 piezas artilladas. El desglose de tamaña flota sería este:

- 8 navíos de 3 puentes y de 80 a 90 cañones.
-28 navíos de línea, de 2 puentes y de 50 a 70 cañones.
-12 fragatas de 40 cañones.
- 2 buques bombarda, con morteros.
-130 barcos de transporte.
-6.237 soldados ingleses.
-2.760 soldados angloamericanos de las 13 colonias, fundamentalmente Virginia, a las órdenes de Lawrence Washington, medio hermano de George, el primer presidente de los EEUU.
-1.000 jamaicanos.
-12.600 marineros.
-2.620 cañones navales.
-1.400 cañones terrestres.

Enfrente, la ciudad de Cartagena. Los números impresionan pero más aún debió impresionar sin duda a los habitantes en ese preciso momento. Si se tiene imaginación cinematográfica, puede ser fácil imaginarse tal armada en el mar afrontando un puerto. Es fácil y no lo es a la vez. Acojona, simplemente, evocar en la mente un implacable muro de velas como aquel fue.

La defensa de Cartagena de Indias estaba en ese instante a cargo de todo un hombre de mar, un duro marino guipuzcoano nacido en el bonito puerto de Pasajes de San Pedro (actualmente Pasai San Pedro) en 1689. Un tal Blas de Lezo y Olavarrieta. Éste es el héroe olvidado aludido antes. Miembro de una familia con larga tradición marinera, con 12 años era guardiamarina y pronto se probó en la Guerra de Sucesión. En un combate frente a las costas malagueñas un cañonazo le destroza la pierna izquierda, extremidad amputada por debajo de la rodilla y como entonces se hacía, mordiendo un palo o lo que hubiera y generalmente sin anestesia o algo parecido. Y sin quejarse. Un niño marino ya mutilado. Con sólo 15 años ya era alférez de bajel y fue destacando sucesivamente en la guerra por su arrojo, valentía y efectividad. Recorre el Mediterráneo incesantemente, y en Toulon, en otra refriega, en 1707, le explota el ojo izquierdo a causa de una esquirla traicionera, que además le deja una mueca permanente en el rostro. En Rochefort en 1710 rinde 12 barcos enemigos, todos de más de 20 cañones, y es ascendido a Capitán de fragata, convirtiéndose en Capitán de navío en 1713. El 11 de septiembre de 1714, casi acabando la guerra, en el cerco a Barcelona , un mosquetazo le inutiliza el brazo izquierdo. Con sólo 25 años era cojo, manco y tuerto. Quien en la actualidad sería considerado un inválido, en su época era todavía alguien competente y perfectamente hábil para el ejercicio de las armas y de la navegación. Con una prótesis de palo, como si fuera un pirata, sus compañeros y hombres le llamaban Mediohombre, por sus evidentes secuelas, "pero los cojones siempre los tuvo intactos y en su sitio". (Pérez -Reverte).
En la década de los años 20 se empleó en el Caribe y en Perú limpiando de piratas la zona, regresando a España en 1730. Ahora en el Mediterráneo, fue reconocido como jefe de la escuadra naval en este mar. Tomó importante parte en la gran victoria de Orán en 1732 y patrulló durante meses por el Mare Nostrum, escarmentando a los piratas berberiscos. Retorna a las Indias y en 1734 es ascendido a teniente general de la Armada. En 1737 , con 48 años, lo tenemos como Comandante General de Cartagena de Indias, a donde llegó Vernon en 1741. Ambos ya se conocían, no directamente, pero existía una gran rivalidad casi obsesiva entre ellos, patente en la correspondencia de cartas y misivas, llenas de bravatas.

Así pues, llega Vernon al frente de esos 180 barcos y 23.600 hombres. Blas de Lezo, además de encontrar San Felipe en estado calamitoso, únicamente dispone de 6 navíos, 2.800 hombres y 990 piezas artilladas:

-6 navíos de línea, ninguno de más de 70 cañones. El Galicia, el Dragón, el San Felipe, el San Carlos, el África y el Conquistador.
-2.230 soldados españoles.
-600 indios y negros.
-900 marineros.
-80 artilleros.
-360 cañones navales.
-320 cañones terrestres.
-310 cañones de las murallas.


La espectacular desproporción queda patente. Como quedó patente la proverbial chulería y fanfarronería de los ingleses. Éstos, aunque sabían quién era de Lezo, estaban confiados en la derrota total de los españoles, por la enorme diferencia de fuerzas y por el regular estado del Castillo de San Felipe. La confianza exacerbada por esto y por la toma de Portobelo les iba a resultar contraproducente.

Pronto se daría cuenta el relamido Vernon que no iba a ser un Veni, vidi, vici ni nada por el estilo. Aunque empezaron bien, cosa esperada, desde luego, con un cañoneo constante desde el mar del castillo de Bocachica. Por otra parte, de Lezo no podía dirigir él sólo el cotarro. El mismo virrey de Nueva Granada, Sebastián de Eslava, estaba presente como mando supremo, además del intendente real y gobernador provincial Melchor de Navarrete, del coronel Carlos Desnaux como castellano de San Felipe y el capitán Lorenzo de Alderete en las baterías. Hubieron de coordinarse, en ocasiones a regañadientes y con fricciones y pendencias, típicamente españolas, y cada uno tuvo su importante papel. Aunque fue de Lezo quien tomó las decisiones más acertadas y quien se pasó por cada lugar, cada rincón, supervisando y animando.

Superadas las fortalezas más alejadas del núcleo urbano, la enorme flota británica entra en la bahía, resguardeciéndose entonces todos los defensores en el castillo de San Felipe de Barajas. Vernon, dando lecciones una vez más de modestia, envía un mensaje a Inglaterra avisando de su victoria. Por ello, se mandaron fabricar y se pusieron en circulación en Inglaterra más de una decena de tipos de monedas conmemorativas y medallitas celebrando la "toma" de Cartagena. En ellas sale un altivo Vernon frente a un arrodillado Blas de Lezo,llamado Don Blass en el metal, con dos ojos, dos brazos y dos piernas para hacerlo más capaz y más meritoria la victoria inglesa. Humillado y ofreciéndole su sable, con la leyenda "El orgullo de España humillado por el almirante Vernon", y cosas por el estilo. Ahí, siendo fieles a la realidad, como siempre, los amigos ingleses.

Acto seguido, comienza el bombardeo incesante, el 17 de marzo. Todo el día, con una media de 62 disparos cada hora , atacando constantemente ocho barcos que se renovaban de cuatro en cuatro. Un infierno que no supuso el acobardamiento de Blas de Lezo ni de los defensores de Cartagena. El vasco colocó sus 6 barcos en la entrada de la bahía para apoyar el fuego de las fortificaciones, escogiendo además sobre todo desmembrar los barcos enemigos, mediante el lanzamiento de balas encadenadas que quebraban mástiles, rajaban velas y decapitaban o mutilaban ingleses, por añadidura. Por ejemplo, en un solo día, el escuadrón de Vernon perdió 5 navíos.
Y así pasaban las jornadas.

Mientras, de Lezo mandaba reforzar los muros con costales repletos de tierra. La orgía de fuego y ruido desencadenada por los ingleses debió ser más que un infierno, pero los españoles defensores de Cartagena se batieron como verdaderos leones. Al no lograr nada con los navíos, Vernon decide rodear la ciudad e intentar asaltarla por la retaguardia, sacando los soldados a tierra. Cruzando la selva y pillando unas cuantas enfermedades tropicales, los ingleses consiguen llegar a las puertas, pero los defensores vuelven a dar muestras de su valía, bloqueando la puerta principal con una pequeña fuerza de hombres armados únicamente con dagas, sables y flechas y causando numerosísimas bajas a los anglosajones.

Vernon empezaba a perder la calma y a tragarse mínimamente su orgullo, porque, ¡oh sorpresa!, no esperaba tal reacción de los inútiles de los españoles. Al fin, en la famosa noche del 19 al 20 de abril, se decidieron a construir escalas y subir a puro huevo las inexpugnables murallas. Pero de Lezo, una vez más adelantándose, había ordenado cavar un foso en torno a ellas, por lo que los casacas rojas y los jamaicanos macheteros poco pudieron hacer frente a los disparos de rifle, las flechas y los cañonazos, con una cuerda corta. Un nuevo infierno, esta vez nocturno.

La mañana siguiente fue todo un cuadro de muerte, pura y dura. Los españoles debían estar hasta la coronilla del asedio, pero ver al enemigo cada vez más diezmado y completamente tirado en las tierras de alrededor tuvo que ser una inyección de adrenalina. Así que se procedió a la salida de los defensores, bayoneta en ristre para ensartarles el culo a los orgullosos ingleses; éstos huyeron despavoridos. No todos, porque nuevas bajas fueron causadas. Una nueva masacre británica, con los españoles persiguiéndolos hasta muy fuera del castillo, para apoderarse de las piezas de artillería enemigas. Qué escena.

Los ingleses, con sir Edward Vernon a la cabeza, se cobijaron en sus barcos, y durante casi un mes se empeñarían en no reconocer la derrota mediante el bombardeo cobarde, desde la distancia, nuevamente del castillo de San Felipe. Pero las bajas, los heridos, las ostias dadas , las epidemias y su maltrecho estado psicológico fue demasiado para ellos. El 8 de mayo comienzan a marcharse de verdad, aunque lentamente y sin dejar de disparar, muy honrosamente al modo inglés. Dando por culo hasta el final. Hasta el día 20 no se va la última nave inglesa. Vernon y sus barcos-hospital desaparecen del horizonte, entre maldiciones. Al carajo.

Lezo además le mandó una última carta, con esta maravillosa respuesta: "Para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque ésta sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres, lo cual les hubiera convenido más que emprender una conquista que no pueden conseguir".

Si las cifras de antes del asedio impresionan, también lo hacen las de después, las de las bajas y pérdidas. Para no abrumar con más cifras, resumiremos en que fue una derrota total y vergonzosa de los ingleses. Altas cifras de bajas (unas 12.000) e innumerables pérdidas de artillería, armamento y navieras (más de 50 naves, por ejemplo). Una derrota humillante; el cómo una armada superior a la Invencible de Felipe II había fracasado no en una invasión de un país, sino en la simple toma de una ciudad, era desgraciadamente (para ellos) extraordinario. Los ingleses también sufrían derrotas. Derrota cara para los españoles que llegaron prácticamente al límite humano. Fue un asedio de 67 días. El número de bajas fue alto por la escasez de medios, pero en proporción a los ingleses pudieron sacar pecho. Una victoria incontestable. El panorama era dantesco, con miles y miles de cuerpos mutilados de muertos insepultos. Sangre, vísceras, aves carroñeras, ratas y legiones de insectos. Aquello acarreó epidemias de peste y otras enfermedades; es difícil imaginarse las condiciones sanitarias de los sitiados los días después a la huida inglesa.

Sí, huida. Vernon no tuvo la suerte de perder la vida en el envite. Hacía ya tiempo se había tragado sus palabras y sus bravatas, pero ahora tenía el papelón de volver a Inglaterra como un completo perdedor. Recordemos que en su país se lanzaron salvas y el júbilo estalló cuando se recibió la arrogante carta del almirante mandada al principio del asedio, y se habían fabricado monedas y medallas alusivas a la toma de Cartagena de Indias. Sabiéndose un fracasado, aún intentó atacar Santiago de Cuba hasta que regresó a Inglaterra en 1742. Allí sus compatriotas se preguntaban hace tiempo dónde estaban los barcos y las muestras del triunfo. Cuando el rey Jorge II se enteró de la cruda realidad, quedó avergonzado de tal manera que prohibió a historiadores y cronistas escribir sobre tal hecho. Una damnatio memoriae en toda regla. En cuanto a las monedas y medallitas, Vernon comenzó a proceder, hasta el final de su vida, a tragárselas, cuando no a introducirlas por otros orificios menos decorosos. Aunque lo expulsaron de la Marina en 1746 y su reputación estaba por los suelos, a su muerte en 1757 fue enterrado en la Abadía de Westminster, como si fuera un héroe. Ya les vale. Tanto se diferencian de nosotros que no les importa mentir históricamente y ocultar sus vergüenzas enterrando honorablemente a un farsante.


En cuanto a nuestro Mediohombre, o Almirante Una Pierna como fue nombrado por los ingleses, su contundente éxito en la defensa de Cartagena no significaría la gloria. Aquí vuelven a salir los dramas y penurias típicamente españolas. Nadie le agradecerá su papel en la heroica victoria. El virrey Eslava, resentido por las diferencias durante el asedio, escribió al rey Felipe V criticando a de Lezo y pidiendo castigo contra él. Se portó como un miserable, intentando desprestigiarlo y marginarlo, social y económicamente.
Cosa que conseguirá, pese a los intentos del valedor de Lezo, el ministro Patiño, en lo poco que le quedaba de vida al de Pasajes. El gran marino vasco, después de 40 años de mar y guerra, moriría desacreditado el 7 de septiembre de ese mismo año de 1741, a causa de la peste, del tifus, o de las heridas padecidas (o tal vez una suma de todo). Su viuda carecía de dinero para el funeral y ni siquiera recibió sepultura conocida. Qué España tan miserable. Vernon sepultado en Westminster y su vencedor, quién sabe dónde. Joder.

Unos cuantos años después de muerto, recibió a título póstumo el marquesado de Ovieco (a buenas horas). Pero, con todo, ni en su época, ni después de ella, ni en la actualidad Lezo recibe el trato que se merece. De ser inglés, francés o estadounidense, hubiera recibido unas exequias memorables, y en los decenios siguientes se hubiera honrado su memoria y se hubieran escrito novelas históricas; más recientemente, innumerables largometrajes actualizarían su efigie y sus hazañas, con Errol Flynn, John Wayne, Richard Burton o Clive Owen, etc. Pero Blas de Lezo fue un desgraciado y nunca fue honrado. Especialmente en España, donde, exceptuando en la Marina, resulta peligroso realzar figuras como la suya porque despertaría el sentimiento nacionalista. Claro, es perfectamente comprensible. Para qué demonios vamos a rendirle homenajes a un mutilado sanguinario que salvó Cartagena y el Virreinato de Nueva Granada de la mayor escuadra vista en el mundo hasta el desembarco de Normandía de 1944, dándole un nuevo golpe a Inglaterra en las Indias, y manteniendo el poderío de España en el mar durante más de 60 años, hasta la fatídica fecha de Trafalgar en 1805. Para qué coño. Encima es vasco, así que menos todavía. Es harto dudoso que en las ikastolas de los vascos y las vascas se mencione su figura.

Al menos, y para mayor sonrojo nuestro, en la ciudad sitiada en 1741 y en Colombia se le respeta y homenajea como se merece, con barrios, calles y avenidas. Además, desde 2009 una estatua está plantada frente a San Felipe. Una figura con pata de palo y sin brazo, con postura digna y altiva, con la leyenda: "Aquí España derrotó a Inglaterra y sus colonias".

A riesgo de parecer repetitivo, historias como ésta son las que me gusta recordar cuando los ingleses se ponen chulitos, o alguien saca la manida coletilla de que los españoles son un pueblo perdedor, y más desde el siglo XVII. Aunque por desgracia tengan (casi) siempre ese reverso miserable y cainita, tan típicamente nuestro.




A la memoria de don Blas de Lezo y Olavarrieta.




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Muy recomendable el libro del colombiano Pablo Victoria, "El día que España derrotó a Inglaterra" (2005). Así como el del español Julio Albi de la Cuesta, "La defensa de las Indias" (1987).

16.2.12

El regreso de Lutero

En cierto periódico digital, diariamente visitado por mí desde 2004, y con el cual coincido generalmente en prácticamente todas las opiniones (si bien uno va desarrollando una propia opinión y una propia conciencia, por lo que a veces se está de acuerdo y a veces en desacuerdo, algo positivo, creo) desde entonces, tiene desde hace varias semanas una polémica, mantenida por sólo un colaborador. Pero dicha polémica está trascendiendo el ámbito de su web, por las ideas expuestas y las sentencias emitidas.

El colaborador es un conocido y polémico escritor-historiador de notable cultura especializado en temas de historia, y además locutor de radio y colaborador en prensa de papel. Su cantidad de libros publicados es extraordinaria, y por ello ha sido criticado en ocasiones, por lo increíble del número al año, además de por sus ideas, evidentemente. Hace no mucho tuvo ciertas diferencias con otro colaborador (e historiador, aunque éste no de carrera) del periódico digital cuyas ideas estaban derivando tiempo ha hacia el radicalismo por su excesiva benevolencia con el franquismo. De ese tema ya hablé en verano, pero vuelvo a insistir en mi oposición a muchas de sus tesis, que no todas. Lo cierto es que la polémica acabó con la expulsión de ese historiador antiguo miembro del GRAPO. Según algunas habladurías, por insistencia y rencor del colaborador aludido hoy. Con aquel como con éste hace tiempo estoy desengañado, como he dicho, por el desarrollo de una conciencia propia y una opinión personal, no sujeta a las tesis de uno, otro o cinco autores. No se debe ser oveja.

Pues bien. La polémica surgió a raíz de los sucesivos artículos del autor, relacionada con el protestantismo, el catolicismo y las diferencias tanto económicas, como sociales y culturales, entre los países católicos, como España entre ellos, y los protestantes, los reformados. Además relaciona los peores defectos de la izquierda española con el catolicismo, entre otras ideas. El autor es protestante por lo que quedan claras sus preferencias. Serían perfectamente respetables sus tesis si no fuera por el tufillo radical protestante y el afán de blanquear dicha vertiente del cristianismo. Las opiniones vertidas, como digo, están trascendiendo el ámbito de su web y según parece, el autor está perdiendo lectores y oyentes a pasos agigantados. Además, dicho escritor trabajaba antes en la emisora católica (de la Conferencia Episcopal) y desde hace más de un año, se emplea en otra, entonces ahora tiene más libertad para sus soflamas luteranas.

Desde luego es perfectamente respetable y compatible ser español y protestante, en la actualidad y desde hace muchos años, ya que la libertad religiosa se alcanzó en nuestro país ya a finales del siglo XIX, si bien, en una nación tan arraigadamente católica como la nuestra, desde siempre tuvieron que contar con la desaprobación y la incomprensión de buena parte del pueblo, además de, claro está, con la abierta oposición de la Iglesia (es decir, la iglesia católica española, la tradicional, la poderosa desde los tiempos tardoantiguos, la preponderante, de ahí la mayúscula empleada desde siempre). Es muy respetable, repito. Pero no tanto faltar a la verdad y obcecarse tal y como si uno fuera un puritano del Mayflower o un calvinista exacerbado.

Vaya antes por delante mi declaración de agnosticismo. Realmente no creo en Dios y dudo definitivamente de su existencia. Siempre he leído que un agnóstico duda de la presencia de Dios, pero piensa que, al igual que no se puede demostrar su existencia, tampoco se puede demostrar su ausencia; mientras, un ateo niega radicalmente la existencia de Dios. Considero además que las personas ateas tienen un espíritu más fuerte, por así decirlo, ya que no necesitan querer creer en que hay un ser supremo para después de la muerte y a quien dirigen sus plegarias, anhelos y deseos. Por otra parte, tomo como perfectamente respetables a las personas creyentes y devotas, y entiendo su conciencia. Pero sin excesivos radicalismos. Soy tradicionalista pero no un meapilas. Y desde luego no soy un acérrimo defensor de la Iglesia Católica.

Dicho lo cual, vayamos al lío. Comienza este historiador con algunas frases demoledoras, que bien sintetizan su pensamiento y resumen las 16 machaconas (a día de hoy) entregas sobre, según él, las brutales diferencias entre países católicos y protestantes: "España se quedó descolgada del regreso a una serie de valores recogidos en la Biblia que se tradujeron en aquellas naciones donde triunfó la Reforma en una nueva ética del trabajo, una superior cultura crediticia, una alfabetización acelerada, una revolución científica y un reconocimiento de la primacía de la ley”. Para ello se basa en el uso de la Biblia y en una exposición de datos históricos, económicos y culturales. Todo ello traído a colación de la larga y actual crisis económica y las distintas situaciones de los países, ya sean católicos o reformados.
Como tantas veces se ha dicho recientemente (ya el importante filósofo-sociólogo-economista alemán Max Weber, protestante, lo planteaba en su famosa La ética protestante y el espíritu del capitalismo, de 1904) y argumentado, los protestantes son más ricos, menos manirrotos, más trabajadores, más emprendendores y menos afectados por las crisis, mientras los católicos son más derrochadores, holgazanes, inmovilistas y padecen sobremanera las recaídas económicas. Aquí, como tantas otras veces, mi antaño respetado escritor cae en la comparación tan repetida y maniquea de que en los países protestantes se fomenta salir de la pobreza, el trabajo duro y la ganancia superlativa de dinero, mientras en los católicos se aboga por la vagancia, las ayudas sociales y el seguro de desempleo. Desde luego parte de razón tiene. Un buen número de malos ejemplos tenemos en España. Como también es malo generalizar. No se debe. Duros trabajadores hay en todos lados, sean papistas, calvinistas o confucianos. E innumerables ejemplos de gandules católicos. Españoles que levantaron un país, como los emigrados de Andalucía, Murcia, Castilla La Mancha y Extremadura a Valencia , Cataluña y Madrid, o a Suiza, Alemania, Bélgica o Francia. Gallegos y asturianos que fueron a todos lados , dentro y fuera de España, si era preciso al Cono Sur. Alemanes y británicos ya regañan bastante a españoles, italianos y griegos, y por más que se empeñen, no cuela lo de protestantes-buenos-trabajadores y católicos-malos-gandules.

Según el autor, la Iglesia y otros defienden la situación persistente de pobreza que genera envidia hacia los ricos porque les favorece...¿ein?. Saca a colación también el hecho de que los protestantes se apoyaron desde siempre en el Antiguo Testamento, con un Yahvé vengativo y ejecutor, mientras los católicos tras Trento prefirieron centrarse en el Nuevo, con una divinidad más agradable. Según esto, los protestantes han de trabajar muy duro en su vida y ser dominados por la sobriedad, el ahorro, la austeridad y el cilicio, mientras los católicos pueden y deben llevar una vida padre, todo excesos y festividad, con pocas obligaciones y lamentos, para luego arrepentirse en el lecho de muerte.
Esto explicaría la natural predisposición de los reformados al trabajo y a la consecución de riqueza (riqueza que además está bien repartida, según él) en comparación con la orgía inmovilista de los apostólicos romanos. Ciertamente es una virtud de la Reforma, el énfasis en los bienes materiales conseguidos, pero desde luego, en los países protestantes tampoco se puede observar menos pobreza, más justicia social y que esté mejor repartida la riqueza.
Por cierto que ya en plena Edad Media surgieron en la Iglesia, cuando aún era una, disputas sobre la conveniencia de adoptar mayor austeridad en la vida y un rechazo de las riquezas materiales, como la Orden de los Franciscanos. La diana de todas las críticas, era, evidentemente y con razón, el inmenso poder del Papa y su pecunio. Desde luego la iglesia Católica ha sido desde siempre inmensamente rica, tanto por su dominio sobre el pueblo ya fuera en forma de tierras, reliquias o donaciones como por su buena relación con las figuras monárquicas, pero desde luego las iglesias reformadas no puede decirse que sean precisamente parroquias modestas y pobres. Recordemos un país como Inglaterra-Reino Unido, donde el rey (o reina) es a la vez una especie de Papa, a raíz de la movida de Enrique VIII, y el arzobispo de Canterbury, prácticamente un gregario. Gregario todopoderoso, eso sí.
Curiosamente, Lutero predicaba la pobreza para algunos, y la riqueza para otros según la voluntad ya escrita de Dios. Pero esa es otra historia.

Será mejor que no me adentre tanto en cuestiones teológicas y bíblicas, aspectos que domino bien poco, dado mi laicismo-agnosticismo. Dejémosle eso a nuestro autor y a un buen número de expertos en dichas materias.

Yo quería hablar hoy sobre los dislates expuestos sucesivamente en la comparación entre países protestantes y católicos con una obsesión paranoica, pocas veces vista. Según todo ello prácticamente todos los males tienen un origen católico. Y relaciona, como otros escritores y autores, la manifiesta decadencia de España a partir del siglo XVIII con su resistencia en el Concilio de Trento frente a los protestantes. Decadencia extendible a restantes países católicos, y actualmente en ebullición, como Portugal, Italia e Irlanda, y también aplicable a la inestable Hispanoamérica. Por supuesto también relacionada con la depauperada Grecia, ya que, a fin de cuentas, como he leído varias veces, los ortodoxos son primos hermanos de los católicos. Frente a toda esta patulea de naciones papistas tenemos a las impecables protestantes, esto es Alemania, Suiza, Gran Bretaña, Noruega, Holanda, Dinamarca, Suecia, Finlandia, EEUU y Francia, entre otros. Aquí también chirría, en varios puntos.

Francia se suele encuadrar en el grupo de los buenos, porque pese a su larga tradición católica, hace tiempo entró en el camino del laicismo y la secularización. Yo esto por ejemplo sí lo considero positivo. Pienso que hace mucho tiempo ya no es la época donde la iglesia era tan necesaria como en la Edad Media, y no estoy comparando a la religiosidad con el medievo y el oscurantismo. Simplemente creo en el laicismo como avance, aunque quizá no sea la mejor persona para decirlo, pues me gustan las ermitas, iglesias y catedrales como monumentos a admirar y lugares de paz, y me encanta la imaginería de la Semana Santa. Pero no paso de ahí. Pero volvamos a Francia. País avanzado, reformado y por tanto trabajador, se declaran católicos nada menos que el 51% de la población, mientras protestantes únicamente el 2%. Ciertamente la Reforma afectó marginalmente al país vecino, aunque bien le jodió con sus Guerras de Religión de finales del XVI. Por tanto Francia no le debe nada a Lutero. Para nuestro autor, sí.

Resulta curioso que este mismo autor no hable a fondo de Alemania, sólo nominándolo como país también profundamente reformado y modelo ejemplar, cuando la realidad es que regiones tan importantes como Baviera, que de ser un país independiente estaría entre las 10 primeras economías del mundo, son católicas. Más del 60% de los alemanes son cristianos, y aproximadamente cada vertiente (catolicismo y protestantismo) reúne un 31%. Todo el mundo sabe que Lutero era alemán y la Reforma nació en mayor medida allí. Pero tampoco triunfó en su totalidad y ha sido una de las causas de la eterna división alemana hasta 1871. Por tanto, tampoco son plenamente protestantes, como todo el mundo, creo, sabe. Los organizados, disciplinados, ricos y ultratrabajadores germanos tienen su malvada parte católica, qué se le va a hacer.

Como resulta escandalosa la omisión de Austria, país de larga tradición católica y durante siglos potencia europea. Actualmente, los apostólicos romanos reúnen aún a un 74% de la población (los ateos suponen el 11%). Austria, otra de las economías más fuertes del mundo, pese a sus reducidas dimensiones territoriales, y todo un ejemplo de pujanza monetaria, civismo, nivel de vida , bienestar y cultura, con Viena y Salzburgo a la cabeza.

Entrando en el Benelux, tenemos cifras encontradas. Los tres países, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, han sido tradicionalmente economías punteras. En el pequeño país de Luxemburgo predomina el catolicismo, en Bélgica suponen el 75% y en cuanto a Holanda (o Países Bajos) es un país mayoritariamente sin religión, aunque se declaran católicos un 26% y protestantes un 17%.

Suiza, otro típico ejemplo de economía puntera, riqueza y trabajo y más trabajo, no tiene religión oficial, pero más del 80% se declaran cristianos, y como en Alemania, fifty-fifty para reformados y católicos, si bien las ciudades más grandes son mayormente protestantes. Pero ha tenido durante siglos conflictos religiosos y tampoco se puede decir que sea una nación totalmente reformada.

Y por último pero no por ello menos importante, los Estados Unidos de América. Encuadrar a esta nación entre las reformadas , es, considero humildemente, un nuevo error de bulto. Primero porque es oficialmente un estado laico y prácticamente desde su nacimiento en 1776, pero sobre todo por la amalgama de credos que ha conformado la historia de los estadounidenses, en sí un verdadero país de inmigrantes. De acuerdo con la importancia primigenia de los protestantes (en 1607, llegaron en el Mayflower, desde Inglaterra los puritanos, es decir, unos radicales de la Reforma), con todo su buen rollo (ironía) y su afán de mestizaje (nueva ironía), pero no se puede desdeñar en absoluto la importancia del catolicismo, personificada en los inmigrantes italianos, irlandeses y polacos (fundamentalmente esos tres) quienes fueron levantando el país, junto con llegados de otras partes de Europa y el globo, con múltiples creencias, siendo el judaísmo la más notoria de ellas. El importante sustrato italiano e irlandés de EEUU es bien conocido, fundamentalmente por el cine, y aquí tampoco conviene generalizar. No todos se lanzaron a la mafia y al crimen organizado. En los últimos 60 años se ha acrecentado la llegada de mexicanos, centroamericanos y suramericanos (mal llamados latinos) que tampoco son muy luteranos, precisamente.
Tampoco es muy acertado , como hace este historiador, alabar en demasía a EEUU y ponerlo como otro de los ejemplos a seguir. Es un país al cual admiro en cierta forma, pero de ahí a calificarlo como uno de los Estados cuasiperfectos media un trecho. Desde luego, es un país donde cualquiera ha podido y puede realizar su sueño, y es el paraíso del capitalismo. Pero también ha habido fracasados, y muchos, como puede verse en la literatura y el cine. De acuerdo con que ha recibido siempre a todo el mundo recién llegado, pero no ha estado exenta de violentas y frecuentes tensiones. Ya desde el principio, los primeros colonos (los españoles habían fundado San Agustín, en la Florida, ya en 1565, hecho mejor conocido por los norteamericanos que por nosotros, pero eso es una constante. Su impresionante castillo del siglo XVII aún domina el Atlántico) llegados en 1607 manifestaron poca simpatía por los indios nativos. Era sólo el comienzo de la brutal lucha desigual entre los colonos de los EEUU, reforzados constantemente desde Europa, y los indígenas, conquista del Salvaje Oeste de por medio. Innumerables tribus fueron reducidas hasta las cenizas, y otras miserablemente recluidas en reservas. Eso en algunas zonas. En algunos estados el último indio que se vio fue en los tiempos de El último mohicano, y valga la redundancia. Por tanto no fue tan idílico el protestantismo, y mucho menos al compararlo con el catolicismo en relación a los españoles en su Imperio de las Indias. Desde luego los exploradores, conquistadores y colonos castellanos no fueron unos santos y había algunos demonios, pero practicaron un mestizaje bastante humanitario con los indios prácticamente ausente en la América Protestante. Todo ello bajo la atenta mirada y recomendación del clero católico (recordemos a Bartolomé de Las Casas). Mestizaje que, a veces positivamente, a veces negativamente, se contempla actualmente desde México a Chile.
Pero sigo con Estados Unidos. Las famosas y usadas siglas WASP (White, Anglo-Saxon and Protestant) deja bien a las claras como eran quienes cortaban el bacalao en las colonias norteamericanas. No puede ser un gran modelo de perfección idílica protestante, cuando la esclavitud de los negros pervivió hasta 1865 y los afroamericanos no alcanzaron plenos derechos civiles hasta las revueltas sociales de hace apenas 50 años; increíble. Siguiendo con los protestantes, también se opusieron a la llegada de católicos, principalmente irlandeses, como puede verse en Gangs of New York (basada en hechos reales) , y las luchas en las ciudades se sucedieron durante décadas y décadas. Por no hablar de la situación en el Far West. No, no todo fue idílico entre los protestantes de EEUU. Fue un mundo violento, racista y de gatillo fácil.
¿EEUU país reformado? A trozos. ¿Perfección y modelo? Bueno, si se cree en la supremacía de la raza blanca sobre las demás, se considera uno con derecho a todo y odias a los papistas romanos, sí. Por suerte los Estados Unidos no sólo lo han formado luteranos, calvinistas y demás ralea.


En cuanto a la evolución histórica (aunque yo ya haya ido dando brochazos de Historia, no lo puedo remediar) el autor, presa de la más elemental y hereje Leyenda Negra, impropia de un español, no duda en posicionarse al lado de los enemigos de España durante siglos. Incluso, moteja a Felipe II de "gran destructor de la grandeza española". Desde luego la política de los sucesivos reyes nos fue mandando al garete, pero decir esa patraña lo considero exagerado.
España se fue hundiendo en gran parte por su culpa, desde luego. Como también echaron una mano los amigos protestantes, con ingleses y holandeses a la cabeza, por tierra y mar (por suerte el hombre aún no volaba, si no hubiera sido también por aire) y con malas artes muy típicamente herejes. España, defensora en Trento de Roma, se veía a veces lamentablemente traicionada por ella o por otros entes católicos como Francia, Portugal y Venecia. Era el pez gordo y había que pescarlo como fuera. Pero esa también es otra historia.


Desde luego, en este retrato idealizado del protestantismo no podía faltar la habitual comparación entre la negra Inquisición española y las restantes. Entre la furibunda violencia católica y el pacifismo reformado.
¿Pacifismo reformado? Ja. Parece olvidar (mejor no querer mencionar) algunos ejemplos.
Como el de Reino Unido. Los miles de católicos ejecutados durante la separación de Inglaterra y Roma con Enrique VIII. Política continuada en el breve reinado de su hijo Eduardo VI, con conversiones forzosas y quema de católicos y anabaptistas. Su sucesora, la católica María Tudor , ciertamente no supuso la tranquilidad e igualmente empleó la represión, ahora hacia el lado contrario. Quedó para la historia como Bloody Mary. La siguiente reina, su medio hermana Isabel I, tampoco apaciguó los ánimos y continuó la Reforma en Inglaterra, reanimando el furor anticatólico, con ahorcamientos, despedazamientos, destripamientos o lapidaciones. Varios centenares de ejecuciones cada año. Más sangre. Bonitas escenas, no dignas de una película con Cate Blanchett dando discursitos enfundada en armadura. Más adelante tenemos a Oliver Cromwell, muy alabado por nuestro historiador. Cromwell, puritano, es presentado como un adalid de la libertad, cuando fue un dictador militar que suprimió el Parlamento y entre otras buenas acciones, culminó la colonización de Irlanda y masacró a irlandeses y católicos, llegándose a plantear los historiadores si las cifras de estas acciones bélicas eran las normales para la forma de guerra de la época o se excedieron, como sólo se pasan de la raya en ocasiones los ingleses. Un santo desde luego no fue. La isla esmeralda quedó muy trastocada. Expropiadas sus tierras y aniquilados buena parte de los católicos, las acciones de Cromwell son reconocidas por personajes posteriores como Churchill como uno de los motivos de los irlandeses para rechazar a Inglaterra. El sentimiento nacionalista irlandés surgió para siempre.

En Alemania, aparte de las acciones de la Inquisición Luterana, que también hubo, y muy al germano modo, tenemos el furor antisemita del mismo Martín Lutero, quien hablaba así: "Pero, ¿qué sucederá si finalmente incendiamos las sinagogas de los judíos y les prohibimos que alaben públicamente a Dios, que recen, enseñen, y pronuncien el nombre de Dios? Seguirán haciéndolo en secreto (...) debemos lavarnos las manos de la blasfemia judía y expulsarlos de nuestra patria." (Sobre los judíos y sus mentiras, 1543) . Así que menos achacar el ansisemitismo únicamente a los católicos, poniendo una vez más el ejemplo de la expulsión de los judíos en 1492 de España, como hace el susodicho historiador. Antisemitismo ha habido siempre, desde luego, y por desgracia. Siempre se le han buscado las cosquillas al judío usurero, rico y avaro, una miserable raza culpable de la muerte de Jesucristo y de las desgracias de los cristianos. En las diversas partes de lo que por entonces era Alemania se fueron expulsando sucesivamente a lo largo del siglo XVI. En Inglaterra se había procedido a echarlos en el lejano año de 1290, y en Francia, en sucesivos mandatos en el siglo XIV.

En cuanto a los Países Bajos y Flandes, la influencia de la Reforma se unió al conglomerado existente en estas zonas, con unas de parte de la Monarquía Hispánica y otras, independentistas. En algunas ciudades anteriormente católicas como Amberes o Gante se procedió, con furor protestante, a romper imágenes en las iglesias.

De nuevo en la pacífica Suiza, tenemos al amable personaje de Juan Calvino, líder primigenio de los simpáticos calvinistas, una de las sectas protestantes más tristes y deprimentes de la historia. Fue Calvino quien llevó a la hoguera a Miguel Servet , teólogo y científico español descubridor de la circulación pulmonar, en Ginebra (1553). Bien es cierto que Servet era un reformado, y que estaba perseguido por católicos y protestantes, pero fueron los calvinistas quienes acabaron con él, por hereje. Fue todo un escándalo en Europa, aunque Calvino siempre se mostró orgulloso de su hazaña. Y éste es sólo el ejemplo más famoso. Vaya, resulta que no sólo hubo Torquemadas en España.

Siguiendo con las comparaciones históricas, en autor relaciona el absolutismo con el catolicismo, excluyendo al protestantismo de tal hecho, alabándolo como "resistente a la tiranía". Hombre, reyes absolutistas ha habido unos cuantos, y no pocos, pero querer presentar como monarcas dictatoriales únicamente a los apostólicos romanos es meter un poco la gamba. Un par de ejemplos valen, aparte del ya mencionado "Lord Protector" Cromwell:
En la misma Francia tenemos a un notorio hugonote, Enrique IV de Francia (el de "París bien vale una misa") quien se convirtió al catolicismo someramente sólo para subir al trono. Fue un rey popular y consiguió suavizar las Guerras de Religión, pero lo cierto es que fue el iniciador del absolutismo en Francia (dejó de convocar los Estados Generales, una especie de Parlamento, entre otras decisiones despóticas y reforzadoras del poder regio) . Su asesinato por un fanático católico en 1610 acrecentó su leyenda entre los franceses.
Y en Inglaterra, al archiconocido Enrique VIII, de quien no hace falta decir mucho más. Un rey quien lo mismo se quitaba de enmedio a esposas que a colaboradores cercanos, o a católicos obstinados. Tomás Moro era ambas cosas.
Hablando de Inglaterra, se puede relacionar a esta nación con otras fuertemente protestantes, como los países escandinavos, los cuales en la actualidad siguen manteniendo a sus reyes como monarcas y líderes religiosos a la vez, como la reina Isabel II, quien es "Suprema Gobernadora de la Iglesia Anglicana", como los reyes de Dinamarca o Noruega, luteranos éstos. Muy libertario no parece. Y siempre se ha criticado, y con razón en ciertas ocasiones, la opulencia del Vaticano, pero lo cierto es que estos reyes-jefes de Iglesia, ni son pobres ni están en la cima de una iglesia de misioneros.
Por cierto que en Escandinavia la conversión al luteranismo del pueblo fue forzosa, por mandato real, en el siglo XVI. Y en Alemania, uno de los lugares donde más pervivió el feudalismo, como en Prusia, y ya en el siglo XIX, tenemos como otro ejemplo las escasas libertades que el protestante Bismarck dio a los católicos alemanes.

En fin. Desde luego he ido leyendo pacientemente todas sus entregas, y no he encontrado una sola razón para apoyar el protestantismo decididamente y renegar del catolicismo. Es decir, de decidirse por la Reforma como bien supremo, libertario y positivo para España. El catolicismo ha tenido y tiene sus claroscuros, como todo. Puede que más aspectos negativos que positivos, quién sabe. Y, algo tampoco desdeñable, verdaderamente el Papa no ha sido siempre un amigo de España; en ocasiones estuvo temeroso de tanto poderío territorial y económico hispano, siendo España "martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma" (en arcaicas palabras de Menéndez Pelayo) , tristemente ha sido injustamente tratada por el sucesor de Pedro y su tinglao montado de forma oscura por las Donaciones de Constantino en el centro de la península itálica. Claroscuros. Como también ha tenido luces y sombras el protestantismo, algo que tampoco reconoce este autor.
La única diferencia que vislumbro entre países católicos y protestantes es en la religiosidad. En el mundo católico es más visible e importante en la vida de los ciudadanos, en ocasiones demasiado notorio. En el protestante, queda más soterrado, como más laico, por así decirlo, aunque tenga su importancia. Aunque desde luego leyendo el lema In god we trust de los estadounidenses te desconcierta un tanto. Pero sí, debemos reconocerlo: en los países católicos se da una religiosidad más festiva, más espectacular, menos discreta. Especialmente si hablamos de la mayor parte de España y del centro y sur de Italia.

Este autor, decepcionantemente, se ha posicionado decididamente no sólo en favor de la Reforma, además, en favor de la Leyenda Negra alentada desde los tiempos de Felipe II contra España. Ejemplos hay cientos . Aborrecer de la cultura española desde Trento en comparación contra la "superior" protestante es dejarse en el tintero a innumerables autores como Quevedo, Calderón de la Barca, Feijóo o Jovellanos, por no volver a Cervantes, y sólo estoy mencionando literatos. Decir que no hubo "Ilustración católica" pero sí "Ilustración protestante" es sectarismo. Y criticar la acción de los españoles en América, sin decir palabra alguna de los ingleses, franceses y estadounidenses en el mismo continente, es ser un falsario. Tampoco dice palabra alguna sobre el esclavismo de negros (practicado por todas las naciones, pero muy notoriamente por ingleses) y las resistencias de los ilustrados ingleses a suprimir la esclavitud. Hay que ser falsario. Y un afectado, un acomplejado contaminado por la Leyenda Negra. Atentos a estas insólitas palabras del muy gabacho Charles de Gaulle, y comparémoslas con nosotros, los españoles:

"Si los franceses hubiéramos tenido la dicha y la gloria

de haber descubierto, colonizado y evangelizado

el Nuevo Mundo, creando el mestizaje, creando pueblos,

fundando ciudades y universidades, ¿qué no diríamos?"


Creo sinceramente que se debe a la modestia de nosotros, los españoles. Modestia que en multitud de ocasiones deriva en serio acomplejamiento influido por lo políticamente correcto; es decir, lo correcto para la inmensa mayoría de las naciones, es incorrecto para la nuestra.
Yo desde luego, siendo laico y defensor de la laicidad, por poco o nada católico que sea (o sí. Me encanta Roma y todo lo que representa. También me gusta la imaginería católica, el barroco y las iglesias recargadas. Más mundanamente, en deportes, sigo desde siempre al Celtic de Glasgow, todo un símbolo del catolicismo en Gran Bretaña), por poco o nada católico que sea, como digo, y pese a los muchos defectos existentes en los países católicos, no voy a alabar demasiado al protestantismo, por mucho que lo critique positivamente y me gusten aspectos de la cultura de sus países y su idiosincrasia. Reconozco mi gusto y admiración por países como Alemania, Noruega, Islandia e Inglaterra. Inglaterra, de nuevo. Soy muy inglés para algunas cosas y en ocasiones me encantaría ser uno de ellos, como he dicho unas cuantas veces.
Por otra parte, y no sé si tendrá algo que ver el tema expuesto hoy, desde siempre me han gustado Irlanda, Italia, Austria y el land alemán de Baviera. ¿Qué tienen en común? Su tradición católica, la cual acerca más a España a estos países y regiones que los protestantes-reformados. Mi adoración y simpatía sincera por los dos primeros, Irlanda e Italia, viene de muchos años atrás, y sin duda da para otra entrada. Dejémoslo en que me gustan casi tanto como mi país y sin duda me sentiría más cómodo en ellos que en los protestantes. Aunque debo reconocer que sí envidio algunos aspectos de países reformados o con mayorías protestantes, como el del civismo, la educación, la limpieza de calles y espacios públicos, la tendencia a la discreción...características inexistentes o aisladas en España o en Italia. Pero sin duda me encantan tanto el país transalpino como el de Irlanda. No en vano, tengo antepasados italianos. Y estaría feliz allí. En mi idealizada Grecia también, desde luego; pero por su mediterraneidad, como dije en verano. Volviendo a los protestantes, no puedo ni quiero alabarlos demasiado ni anhelarlos.

Más que nada, y aunque los habitantes y dirigentes actuales no tengan culpa alguna, por todo lo que representan y han representado en la historia de España, en su acoso y derribo y en su caída progresiva desde 1517, por lo menos. Piratas, corsarios, guerras, revueltas, concilios y alianzas de herejes, el protestantismo nos ha hecho mucho más mal que bien. Bien es cierto que el catolicismo no es la panacea y tiene buena parte de culpa en nuestro endémico retraso. Pero no toda, claro está. Aquí todos tenemos algo que ver, si bien es cierto lo de que buena parte de la Iglesia ha estado siempre de parte del poder. Pero actitudes como la de este autor, ensalzando al protestantismo frente al malvado papismo romano, como si estuviéramos aún en el siglo XVI, están bastante fuera de lugar y mucha gente se ha dado cuenta.

Y posicionarse a favor de los protestantes en la historia desde 1500, y entre otras cosas tildar de gandules a tus compatriotas, con todo lo que ha caído desde siempre, es una enorme falta de respeto para España, su historia y su pueblo. Yo creo eso. Uno es como es. Cuando incluso es consciente del error, pero sigue obstinado en su defensa, porque forma parte de él en cierto modo y no hay otra cosa. Es lo que hay. Realismo y fatalismo. Y orgulloso de su pasado, de su historia y de su idiosincrasia, para lo bueno y para lo malo.

14.2.12

6 meses

Hace justamente 6 meses mi vida cambió por completo. Para bien, para muy bien.

Un regalo inesperado y el mejor que he recibido nunca.

6 meses indescriptibles, maravillosos.

Parece ayer cuando te estaba viendo por primera vez en Puerta Purchena...

Te me antojas igual, del mismo modo, envuelta en el aura luminosa de los sueños realizados.

¿Música de fondo? Ninguna. Los latidos del corazón.

Allí estabas...

Toda tú resplandeciente.

Toda tú insuperable, inmarcesible, intocable.

Y siempre serás tú.

Muchas gracias, mi amor.

7.2.12

Los Simpson, o esa serie que dejó de ser genial hace mucho tiempo

Día tras día, cuando comiendo o antes de comer se pone inevitablemente la tele, las opciones son las noticias o cierta serie de dibujos animados. Así ha ocurrido desde hace bastantes años, con la creciente protesta paterna. Tantos años, desde la infancia tardía (no ví la serie en sus inicios en España, cuando la echaban en la 2 y por la noche; tengo vagos recuerdos de ello. La empecé a ver más tarde, ya en Antena 3) y la adolescencia, amenizando muchos ratos divertidos. El hábito se fue convirtiendo en una especie de rito y su contemplación era inexcusable. Ver esa serie inolvidable era algo indisoluble de la comida.
Porque de verdad es inolvidable. Esta serie genial y mítica de dibujos animados no es otra que Los Simpson, por supuesto.

Desde luego yo no voy a decir nada nuevo, porque es una serie de enorme éxito, muy conocida por todo el mundo y cuyos capítulos han sido repetidos realmente hasta la saciedad (aunque desde luego yo no me harto nunca de ver un buen número de episodios digamos "clásicos" de Los Simpson). Todo el mundo sabe algo, aunque sea mínimamente, de la serie. Muchos seguidores tienen memorizados capítulos enteros y/o momentos en concreto, y forman parte del imaginario colectivo de niños, adolescentes e incluso adultos. Así que hoy hablaré de su manifiesta decadencia, la cual dura ya bastantes años y amenaza con engullir al pasado de la serie y relegarla de su posición como serie imprescindible y mítica.

Los Simpson, creados por un joven dibujante llamado Matt Groening y estrenados por primera vez en forma de cortos en 1987, alcanzaron su forma y características definitivas mediante la colaboración de Groening con Sam Simon y James Brooks dos años después. Ellos tres crearon Los Simpson tal y como los conocemos. En origen, era una serie satírica, irreverente, con un estilo feo (los personajes tienen la piel amarillenta y ojos grandes y saltones) y desmañado, especialmente en los primeros episodios de finales de los años ochenta y principios de los noventa. Una serie para adultos, verdaderamente. Muchos personajes fuman, otros son alcohólicos e incluso algunos se drogan. También hay ludópatas y unos cuantos son directamente criminales. Un niño la puede ver, pero se le escaparán infinidad de cosas, unas directamente no entenderá y a otras no les verá la gracia. Pero realmente se puede reír con ella. Un adulto, además de reírse con los gags, comprenderá el sentido de muchas frases, comentarios, chistes y múltiples referencias, tanto televisivas, sociales, musicales, literarias, cinematográficas o históricas. El conjunto de todo eso supone una sátira, a veces más brutal que otras ocasiones, una crítica a EEUU , su política y su sociedad  extendible a Occidente en general.

Los capítulos, muy bien planteados y elaborados, tenían además en ocasiones una moraleja en su final. Además de hacerte reír, y hacerte pensar, te enseñaba, te alteraba o incluso te tocaba la fibra sensible. En este sentido se parece a la otra gran serie de su creador, Matt Groening, Futurama; unos dibujos tanto o más mordaces y brutales que Los Simpson, pero con eventuales detalles emocionales, en ocasiones verdaderamente tristes. Es el caso de la historia del perro de Fry que le esperó en la calle hasta la muerte, ya que su amo nunca volvió de su trabajo como pizzero; se había caído en el congelador de donde ya sólo saldría en el lejano futuro. La escena del pobre animal envejeciendo bajo las inclemencias del tiempo, con una desgarradora canción, I will wait for you, cantada por Connie Francis, sonando de fondo, y esperándolo inquebrantablemente hasta morir, me emocionó tanto en su momento que no he querido volver a ver jamás ese capítulo. Me emocioné más aún de lo normal porque tenía el recuerdo de la muerte de mi primera perrilla (mi Nisa) bien reciente, y las lágrimas fueron por ella fundamentalmente, aunque también por el pobre chucho callejero; pero desde luego la fuerza de las imágenes, de la música y la tragedia a contar en ese capítulo son desgraciadamente increíbles en cuanto a tristeza y tragedia para una serie infantil/de adolescentes, incluso para quien no haya tenido nunca perro. Para más inri, Fry piensa , tras analizarse los huesos y calcular la vida del perro en 15 años, que tuvo una vida larga e independiente de él (tenía sólo 3 cuando Fry desapareció). Lloré como una magdalena.

En eso se diferencian (o diferenciaban, si hablamos de la serie de Homer) Futurama y Los Simpson de otras series rivales como Padre de Familia: en ésta última es simple sátira brutal, violenta y descarnada, buscando simplemente hacer reír (o escandalizar) con irreales y surrealistas situaciones y bromas de mal gusto; nunca emocionar o aleccionar. Cada serie es un mundo y tiene su característica y evolución. Cada una es respetable en su concepción , y Padre de Familia es genial en muchos de sus aspectos; Los Simpson en principio eran en principio más inteligentes y emotivos, lo que ocurre es que se han ido banalizando y ha perdido todo su encanto y humanidad, intentando con escaso o nulo éxito (para mí) parecerse a la serie de Peter Griffin y compañía. Curioso, porque es el de "Family Guy" un producto surgido gracias a la creación de Matt Groening, pero que ha acabado influenciando a la misma.

Pero antes de su actual decadencia (digo actual aunque la decadencia comenzó hace ya bastantes años, hacia el 2000. Yo diría que la última gran temporada fue la 9, y estamos hablando del año 1998. Parezco uno de los frikis satirizados en uno de los capítulos acerca de la serie de Rasca y Pica, pero es verdad. La novena fue la última gran temporada, con buenísimos capítulos como La ciudad de Nueva York contra Homer Simpson, La familia Cartridge, El saxo de Lisa, Lisa, la escéptica (el del "ángel" en la excavación) , el de Mojo, el mono de Homer, El director y el pillo (Skinner suplantando la identidad de otro héroe de Vietnam, el verdadero profesor Skinner), Bart feriante, La alegría de la secta, Das Bus, La última tentación de Krusty (cuando el payaso se vende por dinero. Inolvidable "Canyonero") o El rey de la montaña. No sigo porque haría una entrada infinita sobre todos aquellos capítulos inolvidables e imprescindibles, pero lo repito: la 9 es la última gran temporada. La 10 contiene muy buenos capítulos, aunque aquí ya se empieza a otorgar más importancia al dibujo y se comienza a perder encanto, al igual que la 11. Más o menos como la 12. Sigue habiendo algún buen capítulo, pero ya no es lo mismo. Ya durante la 13 y a partir de ella comienza la inexorable decadencia, cada vez más acentuada y haciéndose muy pronunciada a partir de la 16-17. Los dibujos han ganado en estilismo, limpieza y calidad en imagen. Los trazos de los personajes están muy bien definidos, la casa tiene mil detalles nunca vistos, así como los alrededores de la casa (ahora descubrimos que el jardín de los Simpson linda con un bosque con animales y ríos, por ejemplo (?) . Todo ello fundamentalmente gracias al ordenador y los adelantos tecnológicos, pero han perdido toda su gracia, encanto, gancho, humanidad y poder satírico. Así hasta llegar a la actual temporada, ya la 23 creo. Que se dice pronto. Las últimas 10 temporadas son realmente malas (si se es un fiel seguidor de la serie como tal, entendiéndola , queriéndola y todo lo que significa), malas a rabiar. La primera temporada era realmente más simple y sosa, además de muy pobre en imagen y con muchos personajes sin definir, pero a partir de la segunda comienzan los buenos capítulos, acentuándose éstos en sesiones sucesivas. Así, la "Edad de Oro" o "etapa clásica" como me gusta denominarla, quedaría comprendida entre la temporada 2 y la 10-11. Siendo puristas y estrictos, hasta la 9.

Por tanto, y esto me duele, las temporadas "malas" y capítulos peores superan en número, ya y desde hace unos años, a los muy buenos, los geniales y los excelentes. Las razones de la decadencia se han intentado explicar desde el agotamiento de la fórmula al desentendimiento del propio Groening (hace años que los otros productores y guionistas son otros distintos a los de los primeros tiempos, o a quienes se les fue yendo la cabeza, como Mike Scully o Al Jean, entre otros. La serie ha tenido más de 50 guionistas, por lo visto), quien según algunos se ha dedicado desde entonces a vivir de las millonarias rentas de su célebre criatura. Puede ser. Todo tiene su fin. Y también que los tiempos son otros. Yo pienso que la actualidad y los inmediatos años precedentes no se pueden comparar con los de 1990, 1991, 1993 o 1996. El mundo era otro. En fin. Groening haría bien en finiquitar de una vez su maravillosa creación, antes de seguir desprestigiándola indirectamente a pasos agigantados, y cuando ni la exitosa pero mediocre película sirve de nada (desde luego se hizo en el peor momento posible para los verdaderos fans). Ya es hora.

Ahora, y siempre según mi humilde opinión, expondré las que a mi juicio son las características de la "fase decadente" de Los Simpson:

-
Predominio del humor "físico" sobre el "hablado". La serie siempre se ha caracterizado por una combinación de ambos, pero ganaba el segundo sobre el primero. Los chistes, las sátiras y las tronchantes frases eran su fuerte. Pese a todo, hay desternillantes secuencias sobre golpes, caídas y palizas, casi siempre relacionadas con Homer, como su famosa doble caída a una garganta por el salto en monopatín. Pero se aplicaban esporádicamente en los capítulos, sin llegar a ser repetitivos. En la fase decadente, casi continuamente tenemos todo un repertorio de saltos, golpes y ostias cada vez más irreales e imposibles, pretendiendo buscar la risa fácil al estilo de Padre de Familia o Jackass. Infructuosamente, por cierto. Y las referencias y homenajes cinematográficos o televisivos eran una constante, curiosamente como en Padre de Familia, pero en Los Simpson han ido desapareciendo y cuando emergen de vez en cuando, no es con la fuerza y gracia de antaño. Siendo honestos, una parodia de Harry Potter o de Crepúsculo no puede igualarse a una de El Padrino o El Resplandor.


-Tramas cada vez más rebuscadas, vacías , y simples, y si son complejas, son directamente inverosímiles e irreales, que de todo hay. Varios ejemplos: el enésimo retorno de Bob, Marge novelista, cualquier excusa tonta para que la familia viaje por el mundo o aquel en el que Lisa comienza a resolver enigmas en un monasterio y descubre una profecía según la cual Maggie salvaría al mundo del diablo, o algo así (?). Existen toda una infinidad de capítulos que rompen con toda la historia de la serie, con su mitología y con su galería de personajes.

-Hablando de personajes, la serie siempre se caracterizó por un formidable repertorio de secundarios alrededor de la familia protagonista. Unos familiares, otros vecinos y otros habitantes de Springfield. Los famosos colaboraban esporádicamente. Pero siempre estaba toda esa galería de personajes secundarios, empezando por el abuelo Simpson o el buenazo de Ned Flanders con su beata familia al completo y siguiendo por Krusty el Payaso, el director Skinner, la sita Krabbapel, Willie el bedel, Montgomery Burns, Smithers, Apu, Paty y Selma, Troy McClure, el actor secundario Bob, Mel, el tabernero Moe, Barney, Carl, Lenny, el superintendente Chalmers, el profesor Frink, el reverendo Lovejoy, Tony el Gordo, el doctor Hibbert, Nelson Muntz , el jefe de policía Wiggum y su hijo Ralph, Otto, Kent Brockman, Milhouse, el alcalde Quimby....seguiría enumerando y enumerando personajes. Cada uno de ellos era importante y aportaba su granito de arena, tenía su personalidad y a veces era determinante en un capítulo. En las últimas temporadas (o la mitad de las temporadas de la serie, para ser más exactos) los personajes se van difuminando, se van quedando en el camino y cuando salen, si sale alguno, es para decir algo sin gracia o hacer algo sin ninguna trascendencia o completamente absurdo. En las últimas temporadas, por ejemplo, se recurre infinidad de veces a personajes tan "profundos" y "graciosos" como la vieja loca de los gatos, el texano millonario (cuyo mayor recurso es disparar con su revólver al aire, gritando) o la familia de paletos sureños con Cletus a la cabeza (las primeras veces tenía su gracia. Pronto iba a perderla) . Otros más clásicos como Monty Burns, la maldad personificada y un personaje muy poderoso en todos los sentidos, identificable con el Ciudadano Kane de Orson Welles, con J.D. Rockefeller , o con el mismísimo Lucifer, es un idiota nada acorde con lo mostrado en capítulos anteriores, o Milhouse, quien directamente se ha transformado en un niño imbécil sin gracia alguna, muy infantilizado hasta el extremo de usar el biberón e  ir en el coche con silla de bebé. El pequeño Van Houten era mucho más cándido que Bart, pero no era así. 
Por último, ¿dónde está ahora la profundidad de personajes como el mentado Burns, toda una imagen de la "cara mala" del capitalismo norteamericano, o  de Seymour Skinner, el director de colegio con traumas de Vietnam, o  de Krusty, el millonario y vicioso payaso judío (Herschel Krustofski) , o del nada honrado alcalde Quimby, paradigma del político corrupto? Nada hay ya de eso.

-Las apariciones de famosos; en la serie siempre han salido o colaborado gran multitud de personajes famosos, y también aportaban su granito de arena, a veces de forma más determinante que otras. Pero no salían "porque sí", como en las temporadas decadentes. Los famosos se suceden una y otra vez, sin venir a cuento, como relleno en tantos y tantos capítulos tanto en Springfield como los de viajes de la familia, ya sea a Brasil, Italia o Inglaterra. Salen dos segundos, dicen una chorrada y se van por donde han venido.

-Y por último, y para mí la más importante, por lo que fue el personaje: Homer es idiota-idiota. Antes era un idiota-gracioso-bonachón, muy humano. Los guionistas, o quien sea, lo han convertido en otro simple imbécil sin gracia alguna, como lobotomizado, despojado de toda simpatía, amabilidad, humanidad y humor. Nada entrañable. Una mala copia de Peter Griffin dándose ostias a cada paso, dándose ostias porque sí, sin ningún gancho. Una especie de superhombre en gordo, porque aguanta toda la violencia física posible. Y con tendencia a gritar continuamente. Un personaje rayando en lo absurdo, en la tontuna indiferencia y en la decadencia absoluta. Ya no es la sátira de modelo de hombre medio norteamericano, un padre de familia medio alcohólico y obeso, un "inútil" con corazón, y que inexplicablemente trabaja en una central nuclear como inspector de seguridad (nada menos) y saca adelante a su familia, con sus éxitos y fracasos (y que además prueba multitud de veces otros empleos, enseñándonos que hasta el más inútil en apariencia puede "triunfar" si se lo propone) . Como padre suele ser un desastre, pero nunca deja (o dejaba) de intentarlo. Y tenía infinitos detalles humanos y emotivos. Ya no hay nada de eso. Nada de nada. Nada de ese padre que, por ejemplo,  se quedaba sin aire acondicionado en casa para pagarle otras cosas a sus hijos - a ver quién no ha reconocido a su padre en ese gesto- .  Encima en España cuenta con el agravante del doblaje; el gran Carlos Revilla, con su voz entrañable, murió en el año 2000 y su sustituto nunca me gustó, al igual que a mucha gente. Es curioso, pero la decadencia de la serie va más o menos pareja con el doblaje, si vives en España. Otros grandes personajes de la serie han cambiado de doblador, como el de Burns (otra voz inolvidable, también fallecido ya), el abuelo, Otto, Smithers o Milhouse, todos ellos para mal; cuesta acostumbrarse al cambio.
Pero no sólo el gran Homer es irreconocible; su familia le imita, ya que Marge ya no es aquella ama de casa abnegada y  aparentemente insignificante pero que con su virtud soterrada era el pilar de la familia; Bart es un simple macarrilla pero a la vez muy infantilizado también, y Lisa ya no es aquella "voz de la conciencia" familiar, que escribía un diario, tocaba el saxofón e iba a contracorriente. Ahora imita en idiotez a su hermano y su padre. Y de Maggie para qué hablar. En fin.

Ya está todo dicho. Para finalizar este rollo, me quedaré con todos esos grandes momentos, inolvidables y permanentes en la memoria, que al sólo ver unos segundos de tal capítulo sabes cual es y los grandes gags y frases. Momentos graciosos, emotivos, desternillantes o más serios. Capítulos redondos. ¿Cómo olvidarse del capítulo de Homer líder sindical por el aparato dental de Lisa ("Lisa necesita un aparato. Seguro dentaaaaaal") ? ¿Del Barón de la Birra y de la Ley Seca? ¿De Homer boxeador? ¿De los Simpson y los Flanders enfrentados por el torneo de mini-golf? ¿De ese Homer ultra-gordo? ¿De Míster Quitanieves? ¿El del juego legalizado en Springfield, con Burns demente a lo Howard Hughes? ¿De Bart líder del Kampamento Krusty? ¿De la tragicomedia del monorraíl? ¿Del fraude y la quiebra de la empresa de Rasca y Pica? ¿Del autoritario padre rabino de Krusty? ¿Del enemigo de Homer, Frank Grimes, tal vez el capítulo más oscuro de toda la serie? ¿De la secta de los Canteros? ¿De Homer el Hereje? ¿ Y cuando se queda solo porque Marge se va a Rancho Relaxo? ¿Del Día del Apaleamiento? ¿De la operación a corazón abierto de Homer? ¿Bob y el Cabo del Miedo? ¿El del pony de Lisa? ¿Homer en el equipo de béisbol? ¿De la "Montaña de la Locura"? ¿Bart como heredero de Burns? ¿Y cuando Lisa se carga al héroe fundador de la ciudad, Jebediah Springfield? ¿Cuando los alemanes compran la central nuclear? ¿De Bobo, el oso de peluche de Burns? ¿Del flameado de Moe? ¿Bart contra Australia? ¿De la homofobia de Homer, con ese memorable momento en la acería gay? ¿Cuando Skinner es amenazado por la Mafia? ¿El de Quién disparó al señor Burns? ¿El del miedo a volar de Marge? ¿El de Bart el temerario, saltando precipicios en monopatín? ¿Cuando Homer es acusado de acoso sexual por una simple gominola? ¿El del crecepelo de Homer? ¿El del limonero de Troya? ¿O cuando Homer debe encontrar su alma gemela, y se suceden las imágenes oníricas, otra seña de identidad de la serie? ¿Y el de Expediente X? ¿Cuando Bart se cae a un pozo, después de engañar al pueblo entero? ¿El del alma vendida de Bart ? ¿El del pez fugu, cuando Homer se va a morir, se despide de sus hijos y en la que cree su última noche se queda dormido al aburrirse escuchando una cinta de la Biblia? ¿Todos aquellos especiales de Halloween repletos de homenajes cinematográficos y literarios, desde King Kong o El resplandor hasta los relatos de Poe o Lovecraft? ¿Las múltiples referencias musicales, con infinidad de canciones entre los capítulos o directos homenajes-parodia, como el We are the world; o históricas, por ejemplo, con Skinner golpeando con un zapato la mesa, como Nikita Kruschev en la ONU; o literarias, como Moby Dick? Las múltiples referencias y préstamos tomados y sátiras abarcan desde la cultura popular de EEUU, y la música, la historia, el cine y la televisión, e incluso pictóricas, siendo necesario muchas veces una guía o una ayuda para pillar todo lo mostrado en la serie. ¿Y todos aquellos momentos cinéfilos en capítulos de ordinario, como En Busca del Arca Perdida, Reservoir Dogs, Vértigo, Pulp Fiction, Lawrence de Arabia, 2001: Una Odisea del espacio, Ben-Hur, El golpe, La chaqueta metálica, Dos hombres y un destino, El padrino, El planeta de los simios, Los intocables de Eliot Ness, Alguien voló sobre el nido del cuco, Terminator I y II, La naranja mecánica, Tiburón, Parque Jurásico, Los pájaros, Batman, Psicosis, etc...y todas aquellas referencias a través de Rasca y Pica, dibujos ellos mismos un trasunto de la Disney con Roger Myers padre (el fundador, congelado como Walt Disney) e hijo a la cabeza? ¿Cuando todo el pueblo se mete en el refugio de Flanders ante la caída del cometa Bart, echándolo, y luego salen cantando a acompañar al compasivo vecino? ¿Esos momentos donde el perro de la familia da verdadera lástima?

¿Cómo olvidarse de escenas emotivas, como la de Bart y Lisa enfrentados a muerte en un partido de hockey, cuando tiran los sticks al acordarse de los múltiples momentos compartidos desde su nacimiento? ¿O ese momento cuando Homer es abandonado por su madre y éste se queda mirando las estrellas? ¿Esos momentos románticos, entre tantos, como el de Homer llevando en brazos a Marge por la central mientras escuchamos el tema de Oficial y Caballero, o como otro final de capítulo con Homer y Marge en bicicleta bajo un atardecer, tras haber suavizado aquel su adicción al alcohol, mientras tararean otra música inolvidable de película? ¿O todos aquellos capítulos que nos cuentan su noviazgo, con música y look retro , y los primeros años juntos y nacimiento de sus hijos, con los consiguientes disgustos de Homer, pérdida de cabello incluida? ¿Y cuando Homer renuncia al dinero de Burns por la felicidad de su hija? . Luego Maggie le da el oso a Burns, al verlo triste, dando otra lección, por lo que la familia al final se queda sin oso y sin dinero, tragicómicamente. ¿O ese tierno final de capítulo, cuando Homer acuesta a su hija pequeña en la cuna, se despide y la niña pronuncia su primera palabra, "Papi", a solas? ¿O ese momento con esas fotos de Maggie descubriendo la leyenda "Hazlo por ella" (Do it for her) puestas sobre la siniestra placa (Don´t forget: you´re here forever) colocada por Burns y que le recuerda a Homer la rutina inexcusable de cada día en la central nuclear? . Cientos de momentos inolvidables...

Muchas gracias por todo, Groening and company.

1.2.12

Una de españoles (entrada del 14 de abril de 2010)

Hoy quería actualizar, pero como a la vez carecía del tiempo necesario y la inspiración y ganas oportunas, el respetable público me permitirá un "copiar y pegar" de una de mis propias entradas, mi cuarta, para ser más exactos, el 14 de abril de 2010, cuando comenzaba en esto de los blogs. Pese al tiempo transcurrido, es básicamente "más de lo mismo" en cuanto a mis temas recurrentes, casi una obsesión se podría decir. Pero no me cansa, por supuesto. Me encanta y me divierte, aunque me entristece un poco. Además es algo oportuno, porque por una parte me he acordado de esto al ver lo del "Gibraltar español" del actual ministro de exteriores español a su homólogo británico, y por otra, el otro día hablé de series y películas de diversas nacionalidades, y las sutiles diferencias entre países. Desde luego los ingleses no van a hacer una versión fílmica o para televisión de este hecho (bueno, no lo descartemos, pero es bien dudoso). No van a contratar de nuevo a un Rhys Meyers, o a colocar a Clive Owen como gallardo corsario pegándose chapuzones entre galeones o trayendo objetos de las Indias como si fuera el primero de la historia, o a Cate Blanchett interpretando a una Isabel de Inglaterra con pretendidos sentimientos por el pueblo y humanidad, además de vestir armadura a lo Juana de Arco, montada a caballo esperando a los morenísimos españoles de Felipe II, quienes más que ir sobre navíos parece que iban sobre iglesias -católicas, por supuesto- flotantes. No. Pero por suerte la Historia permanece más que las películas, y está ahí para recordárnoslo, siempre. Libros y artículos hay de este tema, e ingleses incluso, pero desde luego no están en la estantería de sus grandes hazañas, sino en el cajón de sus deshonrosas derrotas. Ahí va, de nuevo:




Sí, una de españoles. Con una historia tan rica como la nuestra,(pero marcada por lo tendencioso y lo políticamente correcto) no son muy conocidos episodios tales como el que voy a relatar ahora.

1588 es un año glorioso para los hijos de la Gran Bretaña. Los ingleses,(aunque lo correcto se supone que es "británicos" para no excluir a escoceses y galeses leales), un pueblo al que por otra parte admiro y me resulta bastante interesante, son muy dados a ocultar, a callarse, a mirar para otro lado cuando la Historia no les resulta favorable, cuando salen perdiendo, caricaturizados o de malos. Es bien conocido el silencio que hubo en la época y continuó en años venideros, con el desastre de Vernon frente a Cartagena de Indias, bravamente defendida por el guipuzcoano Blas de Lezo, en 1741, las vagas hipótesis que se deslizan para explicar el desastre de Balaclava en 1855, o sus actuaciones en la guerra de las Trece Colonias entre 1776 y 1783 , con Tarleton (quien sirvió de inspiración para el memorable Tavington de El patriota), entre otros, a la cabeza. Los españoles somos mucho peores hombre, quemajudíos, mataindios y mediomoros. Pero ahora no trataré de eso,contaré un relato menos conocido aún que lo de Lezo y Vernon. Como decía, 1588 es un buen año para recordar en Inglaterra, ya que supuso el fracaso de la invasión de la isla por parte de la España de Felipe II, motivada esta intervención por la ejecución de la reina católica escocesa María Estuardo en 1587, amén del apoyo que los ingleses prestaban a los enemigos de la Monarquía Hispánica como los rebeldes holandeses o los partidarios del pretendiente Don Antonio al trono de Portugal, anexionado en 1580 por el Rey Prudente, y de las acciones de corsarios (también ingleses, carallo) que constantemente atacaban los galeones provenientes de América, apoderándose del cargamento, cuando no se echaban sobre territorio español como el ataque de Drake a Cádiz en 1587. Ese fracaso de la "Armada Invencible" (Grande y Felicísima Armada se llamó en su tiempo) de la cual supimos tiempo después que, ni fue escandalosa derrota de España, ni supuso el fin absoluto de su poderío en el mar, ni, como pomposamente dicen los británicos, supuso una vez más un ejemplo de la gran tradición defensiva inglesa desde la invasión normanda del siglo XI, según la cual ningún otro invasor ha hollado tierra anglosajona. Nuestros amigos británicos no dicen toda la verdad, ya que, y ya hablo de lo que decía antes, 7 años después de la Armada, en 1595, se produjo un curioso hecho del cual los ingleses no quieren hablar.
En julio de ese año, el militar Juan del Águila y Arellano (1545-1602) ya un veterano que se había recorrido casi toda Europa guerreando, decidió emprender una expedición punitiva contra Inglaterra. Esta expedición fue encomendada a Carlos de Amésquita (o Amezqueta) un marino probablemente vasco, quien, comandando tres compañías de arcabuceros (400 hombres), y llevándolos en cuatro galeras (Capitana, Patrona, Peregrina y Bazana) desde Blavet,Francia, hasta recalar en la Bahía de Mounts, Cornualles, en agosto. Pues bien, las "invencibles" milicias inglesas de varios miles de hombres no hicieron cosa mejor que tirar las armas y salir corriendo atemorizados. En escasos dos días las tropas españolas tomaron, saquearon y quedaron satisfechos, además de quemar las localidades de Mousehole, Paul, Newlyn y Penzance, y de desmontar la artillería de los fuertes ingleses y embarcarlos en sus navíos. Para despedirse, celebraron una misa católica -con dos cojones- ((nota de 1 de febrero de 2012: me desternillo imaginándome esa escena, con los soldados y marinos españoles, sucios y dispuestos, pero muy serios y tal vez tranquilos en el acto de la misa, ante las evidentes miradas atónitas y temerosas de los lugareños ingleses)) , jurando que construirían una iglesia después de que Inglaterra hubiera sido derrotada (estamos en la Guerra Hispano-Inglesa de 1585-1604), subieron a los barcos de nuevo, no sin antes tirar a los prisioneros por la borda, y zarparon. En aguas del Canal de la Mancha se encontraron con una flota de guerra dirigida por Hawkins y Drake, a la cual lograron esquivar. Pero el 5 de agosto dieron con una escuadra holandesa de 46 barcos; el encuentro fue inevitable, pero consiguieron escapar, hundiéndoles a los herejes dos buques, y perdiendo 20 hombres (las únicas bajas de la campaña). El día 10 arribaron de nuevo, victoriosos, a Blavet.Éste no fue el único hecho victorioso de españoles frente a ingleses, aunque el final de la Guerra seguiría otros derroteros. Este episodio es bastante poco conocido para nosotros mismos los españoles, y sólo cuando alguien se dedica a la Historia o gusta de leer más de la cuenta, puede tener conocimiento de éste y otros muchos hechos. No todo iba a ser Leyenda Negra, claro.

Ya se puede ver, cómo el orgulloso león inglés no reconoce la realidad de los hechos. Ingleses ingleses...