27.5.10

El final del camino

Ayer me gradué. Quién me lo iba a decir, en 2004-2005, o en 2003-2004, cuando era un repetitivo repetidor (redundancia puesta a propósito, ya que repetí dos veces) sin más futuro que la reparación de aires acondicionados o coches (dicho con todo respeto para todos esos trabajadores, y más que nada porque soy tan poco apañado que yo no valgo para eso) y la barra de algún garito del Zig-Zag (los locales que se estilaban entonces, que, como suele pasar, tienen una fama efímera) a la vez que no me sacaba ni el Bachillerato.
Mis 17-18 años fueron bastante malos, en el sentido académico y un poco en el personal. Todas mis buenas notas del colegio y del instituto (hasta que empecé el bachillerato) se fueron al garete cuando pasé los 16, cuando las compañías y la propia disposición personal me fueron transformando, suspendiendo, como se dice en algunos chistes, todo excepto la Educación Física...yo no aprobé mucho más en esos años, desde luego.Aunque todo eso sin salir por la noche, ya que como he dicho muchas veces, yo empecé a salir cuando casi tenía 18 años. Claro que pronto me convertí en un aventajado alumno de la escuela del vaso, para mi desgracia...


Mi último año en Murcia, el de 2004-2005, fue muy positivo en cuanto a amistades y experiencias personales, pero nefasto en el plano académico y por consiguiente (parezco Felipe González) en el futuro laboral. El traslado a Valencia que tantos quebrantos trajo a mi familia (especialmente a mi madre y a mí) fue sin embargo productivo en este plano académico ya que me limpié las que tenía pendientes de primero de bachillerato y aprobé todas las de segundo...e hice la selectividad junto a 6 o 7 más de mi clase...(sí,la verdad es que no triunfó mucho el instituto en ese sentido) Ese año en el instituto de Torrent (donde vivo, o vive mi familia) conocí a cierto profesor de Historia, Luciano Pérez Vilatela, hombre culto y desaprovechado (dando clase a canis que pasan del tema) aunque machacado por una enfermedad del corazón, -lo que acarreaba frecuentes ausencias- que volvió a despertar en mí el amor por la Historia y por lo que representa la Historia (con mayúsculas), a la cual había relegado en esos últimos años murcianos por la consola, el ordenador y las melopeas (que ya empezaban a ser mítico-patéticas, como dije hace poco aquí) del Zig-Zag.
Qué tiempos aquellos, los de mi último año de bachiller, con don Luciano...muchas veces yo solo en clase, dado el pasotismo del resto de la clase (y daba dos asignaturas él, Historia e Historia del Arte) y muchas veces yo interviniendo en clase, recordándome por un solo momento lo mediocre que era y lo bien que podía dárseme la historia...mi tabla de salvación.
Pues bien, llega mayo-junio del 2005, hago la selectividad y no se me ocurre otra cosa que volver a mi adorada Murcia...la ciudad y la tierra donde pasé tantos buenos años, entre 1995 y 2004, y de donde fui arrancado por culpa de una decisión laboral de mi padre...eché de menos mi Murcia todo ese año en Valencia...la Murcia que al principio me costó comprender y gustar, pero que luego acabé enamorado de ella, más que nada por su gente y porque si acabas enamorado de una cosa, te gusta todo...sobre todo ciertas calles, plazas y ambientes de una (por otra parte) irregular y peculiar ciudad...pero ése es otro tema.
Joder cómo me estoy embrollando hoy...será la tensión ya disuelta de la graduación o la resaca (por una vez buena) de la barra libre de hace unas horas...

En fin. Que estamos en verano de 2005 y no se me ocurre otra cosa que volver a Murcia para estudiar, basándome en la manifiesta catalanidad de la Universidad valenciana (latente...a mí me parece ilógico el plegamiento de algunos valencianos al imperialismo catalán) y en mi deseo de volver al denostado Sureste, al cálido, conservador y urbanizado (en la costa) Sureste...pero en donde tan buenos años pasamos, en esa década entrañable...ahí conté con el apoyo de mi querida madre, ida como estaba ya (o empezaba a irse ya) por este innecesario (aunque no del todo negativo) traslado de Murcia a Valencia; aunque ella luego me dijo que esperaba que estuviese sólo un año, y volviese enseguida a la casa...pero luego se ha visto que no, que acabé la carrera...

Ahí le fallé a mi madre. Y a mi familia. Para empezar a mi padre, yéndome enseguida del lado de todos por un traslado que creía innecesario y molesto, por lo bien que estábamos en Murcia y lo nuevo que era todo lo valenciano...ahí les fallé a todos...a mi padre, a mi madre, a mi hermano, dejándoles solos a todos y yéndome dando excusas de catalanidad y de amigos en Murcia...y encima empezando una carrera que se puede hacer en todos lados.

Pero aquí en Murcia empecé. Pasados mis delirios de adolescente y los tiempos malos del Bachillerato, aquí empecé una carrera, un nuevo modo de vida, un sentimiento casi. Y solo. Sin familia.
Tal vez ahí estuvo el fallo, al principio (principio que son casi cuatro cursos)...creo que verte sin nadie que te controle, sin nadie al que rendirle cuentas, sin nadie al que explicarle tus borracheras, es muy negativo porque te anima a seguir más y más...pero que en esos momentos te da una sensación de independencia, de "qué guay es esto" y de "no me quiero ir de aquí, porque estoy solo y hago lo que me da la gana" indescriptible...ésos son mis años de residencia, de borracheras enormes miércoles y jueves y de decadencia...porque estaba relegando a la Historia, mi carrera y mi vida, a un segundo o tercer plano. Tiempos de andaluces, ya que éstos eran mayoría en la residencia, y de fiestas y de despreocupación continua (también es verdad que eran tiempos de primero de carrera, y de segundo, cuando, sobre todo en primero, tienes la sensación del "nada importa, disfruta"y te desfasas sin problema alguno, porque es primero) nada positiva a la larga pero mucho en esos momentos. Qué tiempos.

Pero eso ya lo expuse aquí hace poco. No todo ha sido alcohol en estos cinco años que se han pasado volando; o sí ha sido alcohol en parte, ya que gracias a él conocí a las cuatro (bueno,a una de ellas con poco alcohol, porque no bebe) personas que llevo en mi corazón (cinco, si contamos con alguien fuera de la clase, pero que es novia de uno de mis amigos de la clase...ella sabe quién es) después de estos cinco años que se han pasado volando.

Digo cuatro de la clase, no por decir un número, si no porque realmente son cuatro, y esas personas saben cuáles son (tres tíos y una tía, y no voy a decir nombres, porque esta gente lo sabe quiénes son, y aunque no creo que este blog lo lean más de cinco personas, no considero imprescindible dar nombres...como decía, son tres tíos y una chica de la clase, y otra chica novia de uno de ellos de la clase) y lo saben sobradamente y lo sienten de verdad...ésas son las personas que me llevo dentro después de cinco años inolvidables (y estoy llorando escribiendo esto, porque sé que todo se acaba) y que me han marcado para siempre.

Tres amigos y dos amigas que no quiero perder nunca...cinco personas que tengo en más alta estima y que no quiero olvidar jamás...porque pese a lo que haya dicho Ibáñez en la graduación, estos cinco años han sido de momento los mejores de mi vida...no sé si vendrán mejores, que espero, pero hasta ahora he de decir que este lustro es inolvidable.

Inolvidable por todas las experiencias, no sólo patéticamente alcohólicas, sino también de sincera amistad, de complicidad, de amor pero amor entendido fraternalmente (estoy como una magdalena, echando lágrimas) de saber cuándo es alguien más que un simple amigo o coleguita y cuando no...de confesiones a la luz de una lámpara, o en la oscuridad, o a la vera de un cubata...o en un simple salón...de amistad sincera...o que esperas que sea sincera...pero sí.

5 años dan para mucho, y claro que he conocido a mucha gente...pero yo no le doy el título de "amigo" o "amiga" a cualquiera...para empezar, amigas tengo dos, y amigos, 6 u 7 (por ser políticamente correcto: resumiendo, que tengo unos 8 amigos) He conocido a gente de mi clase que merece la pena, pero también a otra gente que no merece más atención que "qué tal el examen" o "qué cabrón el profesor este" o "cómo llevas el puto examen"...en fin...

5 años en los cuales he conocido de todo, y he visto de todo...no solo festivamente, sino académicamente...ya que he conocido y tratado con algunos buenos profesores que nos han enseñado muchas cosas...Dios...¿porqué pasa volando el tiempo cuando eres feliz?.

Ahora ya todo ha pasado. Pasada la graduación y la fiesta donde falsamente todos se reconcilian con todos, al menos sólo esa noche, te invade una sensación de tristeza, de desasosiego y del "¿qué vendrá?"...aunque combinada con la felicidad de haber acabado una carrera, de las expectativas personales y de toda la gente que has conocido.

Por eso yo en el plano personal, excluyendo el académico, me quedo con esas cinco (porque son cinco exactamente) personas en estos cinco años. Ahora sé que en Murcia no me quedaré y no me importa ir a donde sea, pero a estas cinco personas las llevo conmigo, en el corazón.No estaré solo allá donde vaya. Inolvidables, de verdad. Muchas gracias por apoyarme, ayudarme, comprenderme, consolarme, quererme, alegrarme, recriminarme, enfadarse...es que no hay palabras.

Tampoco me puedo olvidar de mi familia, que tanto ha sufrido...especialmente mi madre...todos saben lo que pasó hace casi dos años y las dificultades que ha padecido ella desde que empecé Historia en aquel 2005...

Gracias a todos. A todos.

El final del camino. El camino. Acaba el camino feliz de la Universidad y empieza el áspero de la vida. Con ellos o sin ellos. Pero hay que recorrerlo.

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