4.1.14

"El hobbit": La desolación de Tolkien.

Un año después de la primera entrega pude ver hace dos días "El hobbit: la desolación de Smaug"segunda de la nueva trilogía perpetrada (sí, perpetrada)  por Peter Jackson sobre el libro del mismo nombre acerca de la asombrosa aventura de Bilbo Bolsón. Como al poco de ver en el cine "Un viaje inesperado"  hablé aquí sobre ella, ¿por qué no analizar ahora la segunda, ya que está bien reciente? .  Y espero ser más conciso y breve que el año pasado. 

(Es posible que quien no la haya visto aún, no quiera que le sean revelados ciertos aspectos de la película. Por tanto, que no siga leyendo, o, si es de esas personas a quienes ello no le importa, que continúe.) 

Una vez contemplados los eternos 160 minutos de esta segunda película, se confirman  las ideas, las opiniones y las consideraciones tras la primera, e incluso surgen otras nuevas:

-Por lo pronto, se confirma a Peter Jackson como un tipo de lo más grandilocuente y ególatra, interesado en deslumbrar y extenuar visualmente y saturar hasta la náusea, exagerando al máximo (y no sólo en metraje) y, por supuesto, en seguir vendiendo su producto y haciendo caja. Ya dije que lleva camino de ser el nuevo George Lucas (en la parte negativa de éste). Pues sí. Alcanzó la gloria con la trilogía de ESDLA y no hay más que contemplar su filmografía posterior, con King Kong (una buena y disfrutable película, pero en donde ya se le empieza a ir de las manos), The lovely bones (un pastiche grandilocuente y excesivo totalmente vacío de contenido) y ahora esta nueva trilogía. 

- ¿Trilogía? Y no de películas de metraje medio precisamente, no. Trilogía...  ¿Dónde vas, Peter? (o dónde van las productoras).  De un libro de apenas 300 páginas no se puede sacar, es imposible, no hay redaños para tres peliculones de...169 minutos la primera, 160 la segunda...¿cuánto durará la tercera y última? Se irá otra vez a los 170 , supongo, por aquello de ser el broche. Y me gustan las películas largas, pero pocas veces he tenido esa sensación de "joder, ¿aún no acaba?". La falta de ritmo y la saturación de imágenes rápidas y de acción es constante y provoca eso, por lo menos a mí. Innumerables escenas se caracterizan por...un resbalo en un precipicio,  o una llave fundamental y el anillo que casi se caen al abismo, o  unos cuantos "este es el final, hasta aquí hemos llegado", etcNo hay descanso para nada, y lo peor es que la película no tiene pulso y el interés decae unas cuantas veces. Nos encontramos ante una trilogía de cerca de 500 minutos (o más) hecha a partir de un librito de menos de 300 páginas. Dos películas de entre 120 y 140 minutos cada una hubieran sido más que adecuadas.

- Se confirma  también lo de película entendida como videojuego. Si ya en la primera (y en ciertas partes de la trilogía de El señor de los anillos) se tenía la sensación de que se asistía a un logrado videojuego en el que ibas aniquilando a los enemigos aporreando los botones y las pantallas y los niveles se iban sucediendo, en ésta es tanto o más. Las maravillas de la CGI que nos asombraron a todos en La comunidad del anillo, Las dos torres y El retorno del rey ya no sorprenden tanto en estas dos nuevas películas, quizás por saturación y porque suena demasiado a ya visto. Hasta las arrugas de la cara de Gandalf parecen hechas por ordenador.  Un Gandalf quien,  por cierto,  lucha de nuevo  en una especie de puente de Khazad-Dûm. Por no hablar que la multiplicación de orcos y demás alimañas (añadido de Jackson) sirve para el lucimiento de personajes de la primera trilogía  inexistentes en el libro de Tolkien, como Legolas (nuevo añadido del director), y que sus flechazos, sablazos, decapitaciones y brincos entre las cabezas de los enanos llenen bastantes minutos. Esto empaña el buen trabajo en la recreación de ciudades y ambientes y en Smaug. El malvado dragón es realmente espectacular y es una maravilla verlo y sentirlo. 

- El tono. Hasta quien haya leído poco a Tolkien sabe que El Hobbit es un libro más infantil y hasta cierto punto intrascendente si lo comparamos con El señor de los anillos. El británico escribió el primero como un cuento de magos, enanos y dragones para entretener a sus hijos, y con ciertas dosis de heroísmo y epicidad. Pero ni hablar del enfrentamiento casi apocalíptico entre el Bien y el Mal, como sí se vio luego en la obra de El señor de los anillos y como se empieza a ver en esta nueva trilogía de Peter Jackson, donde además el Anillo Único ya es algo maléfico que comienza a corromper a Bilbo. Si en Un viaje inesperado se daba la extraña combinación entre situaciones desenfadadas y  ligeras y escenas gore, en esta segunda película el tono es más oscuro y épico, exageradamente épico; los enanos nunca lucharon contra Smaug dentro de Erebor, por ejemplo (no hay por dónde coger todo eso de las fraguas y la estatua de oro gigante).  No hubiera sido tan difícil mantener un estilo más o menos fiel al libro de Tolkien, y un tono digamos juvenil, risueño,  pero con ciertas y necesarias dosis de adultez, leyenda y épica.

- Se confirma también que Peter Jackson es todo un engordador de historias y tramas. Como le parecen insuficientes menos de 300 páginas para realizar una nueva trilogía que agrande su ego, ha de recurrir, no sólo a la informática, sino además a otras historias escritas por Tolkien para insertarlas o directamente a crear personajes nuevos, como la elfa Tauriel (protagonista de una especie de romance con un enano que haría remover al escritor en su tumba).  Y, desde luego, el incremento del factor orco se debe a él, con incesantes persecuciones e incluso una especie de  "comando orco" entrando por la noche por los tejados de Esgaroth. Por no volver a hablar de los excesivos minutos dedicados a Thranduil o a la estrella Legolas (en principio un cameo, pero vaya cameo...casi es coprotagonista).   Ya uno hasta  se espera que en la tercera salga por sorpresa Aragorn, echando una mano en el ataque de Smaug a la ciudad del lago. Bilbo, por contra, tiene bastante menos protagonismo del que se esperaba, aunque acertadamente se ha incrementado el de los enanos -aunque no mucho- profundizando en algunos de ellos. Luego, Beorn es poco más que intrascendente (omitiendo además lo cómico de la entrada en su casa como se lee en el libro),  Gandalf apenas tiene unos minutos y en cuanto a Bardo, su personaje es misterioso, heroico y atrayente (como en El hobbit) aunque bastante desvirtuado en general respecto a la obra de Tolkien (no es Aragorn, que quede claro),  por no hablar de las vodevilescas figuras del gobernador de la ciudad y de su "consejero" (un Grima II  totalmente inventado)  y de la innecesaria crítica sociopolítica que se introduce. Sin duda, la estrella y el gran descubrimiento de esta segunda parte es Smaug, pues es orgulloso, malvado y temible; además, en versión original cuenta con la voz de Benedict Cumberbatch y por lo visto resulta aún más extraordinario. 


Resumiendo, El hobbit: la desolación de Smaug, no es una mala película, por supuesto, pues es todo un espectáculo y entretiene pese a algunas lagunas,  pero a mí me supone una nueva bajada de nivel con respecto a la primera y confirma que las altas expectativas puestas en la versión fílmica de El hobbit (cuando se conoció que Peter Jackson las iba a realizar) van quedando cada vez más defraudadas. Y es una pena porque el arranque de La desolación... es fantástico, con una tensa  escena de diálogo entre Gandalf y Thorin en  "El  Poney Pisador".  Posiblemente, para quien busque espectáculo de CGI, saturación de acción y elfos dando estopa sin despeinarse, la película le encante, pero para quien crea encontrar una película de aventuras y leyendas con sus queridos personajes de las páginas, se va a sentir algo estafado o por lo menos levemente molesto porque realmente  no se esperaba que de la entrañable aventura de Bilbo y los enanos se pudiera perpetrar semejante huracán de efectos especiales, orcos e innecesarias historias románticas. Pero igual hay gente fan de los libros de Tolkien a la que le vayan encantando estas dos películas. Cuestión de gustos. 



+Lo mejor:  

- Smaug, tanto visualmente como cuando habla. Impresiona, intimida y maravilla.

- Bilbo y las escasas situaciones en las que es protagonista. Ahí sí es el singular, honesto,  astuto y valeroso hobbit. Fantástico Martin Freeman.

- Thorin y el resto de los enanos, aunque siguen sin ser tan importantes.  Insistentes, orgullosos e  interesados,  pero entrañables.  

- La recreación de ciudades como Esgaroth, Erebor  o  Bree  y  de lugares como el reino del Rey Elfo y sus respectivos ambientes.  Los  escenarios naturales de Nueva Zelanda. Eso sí es un espectáculo visual.

- La banda sonora (aunque no demasiado) y la fotografía. 


+ Lo peor:

- Personajes nuevos como Tauriel y lo que aportan y el exagerado protagonismo de otros colocados para recrearse como un cruel Legolas, el exceso élfico o la bandada incesante de orcos. 

- El inflamiento innecesario de la trama de la película  con sub-tramas, historias y personajes que desvirtúan o relegan a otros de la obra original. Y Bilbo pasa a un segundo (o tercer) plano.

- El uso abusivo de los efectos especiales. Bueno, abusivo es poco. Si hasta los ojos de Legolas están retocados... La huida en los barriles por el río es sólo un ejemplo del afán palomitero, videoconsolero  y de recreación exagerada de los responsables de la película.

-  La tendencia a lo grandioso, a lo excesivo, a lo cargante y arrollador,  de éstos últimos, sean quienes sean  (no sólo Peter Jackson como director y co-guionista va a ser el único responsable, desde luego). Cada frase, cada gesto,  cada movimiento de los personajes es un momento como ninguno, un hito, un escenón. Eso a la larga cansa, pienso humildemente. 

- El metraje. Sobran por lo menos 40 minutos. El ritmo y el interés no siempre es alto.

3 comentarios:

  1. Es cierto que el Hobbit ha sufrido un bajón importante en cuanto a la calidad de la historia, y creo que el que más y el que menos estará de acuerdo en ese punto. Fui a ver la película hace poco con mi mejor amiga, y salí con sentimientos encontrados: a ella le encantó y le entusiasmó; a mí me dejó un poco descolocada. Y es que, entre que no había vuelto a leer el libro y algunas cosas que no me sonaban de nada, me parecía estar frente a otra película.

    Para empezar, en el título sobra la palabra Hobbit. Bilbo ha dejado de ser el protagonista en esta segunda parte. En su lugar, vemos más protagonismo élfico y enanil, concretamente en tres personajes: Legolas, Tauriel y Kili. El romance Crepúsculo en versión Tierra Media, como le llamo yo. Me ha parecido muy triste que Jackson haya tenido que recurrir al típico romance (que apenas se ve en las obras de Tolkien) para ganar puntos en un sector del público. La escena en la que Tauriel cura a Kili (sí, ella sabe curarle con la famosa hoja de reyes, algo que ni siquiera Elrond, muchísimo más versado que ella en las artes curativas, hizo con Frodo porque era inútil), donde ella se ilumina como si fuera la Virgen María, es para mear y no echar gota.

    Demasiada gimnasia élfica, en mi opinión. Demasiadas idas de olla que no vienen a cuento. Una película chicle, estirada hasta el infinito. Esa es la sensación que me dio. No fui feliz hasta que Bilbo llegó por fin a la cámara del dragón y mantuvo su inolvidable conversación con Smaug el Dorado (para mí, la mejor escena de la película). ¿El resto? Personajes inacabados, otros metidos con calzador, algunos esperpénticos y otros completamente deformados. No entiendo qué ha pasado con Béorn, con Bard el Arquero y mucho menos con Thranduil.

    En fin, que no me extraña que le llamen "La Desolación de los Fans".

    Buen análisis! ^^*

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    1. Muy bueno lo de "romance Crepúsculo en versión Tierra Media", jeje. La verdad es que Peter Jackson ha caído en lo más obvio al introducir un personaje femenino, y para más inri hacer una especie de historia de amor "interracial"...

      Y como, siempre, buenísimos tus aportes y complementos y certeras tus opiniones. En temas como éste volvemos a coincidir, una pena lo que están haciendo con la obra de Tolkien. Todo por la pasta...

      Muchas gracias por tus palabras!! :)

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  2. Creo que el principal fallo es que no hay equilibrio entre las escenas de acción y las de diálogo (como sí ocurría en ESDLA). En "El Hobbit" las primeras, con sobrecargo de CGI, arrinconan a las segundas. Además de que Jackson intenta insuflarle una épica exacerbada de la que el libro carece, por más que sea un relato con dosis de heroísmo y hazañas, pero no al nivel de "El Señor de los anillos". Por lo demás, uno se esperaba que en "El Hobbit" se profundizase más en los enanos, por fin, y se encuentra con que se incrementa otra vez el factor élfico (poco importante en el cuento de Tolkien), presentándolos encima como crueles máquinas de matar (no sólo Legolas...El rey elfo degollando a un prisionero...¿Dónde se ha visto eso?), y además se excede otra vez con los orcos a mansalva (quienes además parecen más artificiales que nunca). Seguimos sin conocer a los enanos. Oportunidad perdida.

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