15.7.14

Vuelven los 90







En fútbol, como en todos los asuntos humanos, en ocasiones actúa la justicia divina. No siempre, desde luego. Pero en 2014 ha vuelto a hacerlo. Como ha vuelto Alemania para añadir una cuarta estrella sobre su escudo, aunque lo más correcto sería decir que ha vuelto a ganar, porque realmente nunca se ha ido. 

Pues nunca, y esto es innegable pese a sus críticos,  ha abandonado su status de potencia planetaria (ese que alguna vez tuvo Inglaterra cuando aún existía el Imperio Británico, o que esporádicamente adquieren selecciones como la francesa o la española) pese a su aparente falta de glamour (lo que signifique eso) y simpatía (solemos estar acostumbrados a que si el Mundial lo gana Brasil es la "fiesta del fútbol", pero si lo hace Alemania la euforia es menor pues triunfa "el rodillo", la gris eficiencia germana).

He escrito ya mucho en este lugar sobre Alemania y su extraordinaria y única regularidad en los torneos internacionales, pero nunca está de más volver a repetirlos brevemente: en cuanto a Mundiales, aparte de los 4 títulos (1954, 1974, 1990 y 2014),  los 4 subcampeonatos (1966, 1982, 1986 y  2002),  los 4 terceros puestos  (1934, 1970, 2006 y 2010) y un cuarto (1958),  sólo han faltado a dos (y uno de ellos se debió al bloqueo internacional después de la II Guerra Mundial), siempre han finalizado entre las 10 primeras (y de hecho llevan 4 semifinales seguidas) y son la selección con más partidos (106) y más goles (224) de la historia de los Mundiales. ¿Alguien tiene algo que decir? Y en cuanto a las Eurocopas, pese a que España le haya empatado en sólo 4 años a  3 títulos (1972, 1980 y 1996) , siguen siendo también la más regular, con 3 subcampeonatos (1976, 1992 y 2008)  y 2 terceros puestos (1988 y 2012) , además de ser la selección con más partidos, goles y victorias. Alemania, ya estuviera dividida o reunificada, siempre ha sido la gran potencia europea, por regularidad e insistencia, y uno de los 3 colosos del mundo junto con Brasil e Italia.

En cuanto al Mundial recién concluido, poco más cabe añadir. Desde el primer momento pudo verse que, frente a la irrupción feliz de algunos modestos y la decepción de ciertos grandes, ella era de las pocas clásicas ( o la única) que volvía a presentar con contudencia su candidatura al trono mundial, en contraposición a la impotencia de la anfitriona Brasil.  Ya fuera con jóvenes talentos como Kroos, Neuer, Müller  o  Götze, o como veteranos ya legendarios como Klose, el último lansquenete arrasando por los campos, que ya es el máximo goleador de la historia de los Mundiales y el líder anotador de la selección, superando a "Torpedo" Müller con 71 goles en 137 partidos.  Y para la historia queda precisamente esa semifinal con Brasil, con ese 0-5 en 29 minutos anticipo del 1-7 final, muestra gloriosa y amplificada del poderío alemán de hoy y de siempre,  donde sólo faltó música de Wagner, aunque creo que para el trauma (superior al Maracanazo, acaso por ser más reciente aunque no sólo por ello) que les va a quedar a los futboleros brasileños para el resto de su vida no es necesaria ninguna música. 

Como ya dije en otro lugar, Alemania siempre ha estado ahí. Ese rodillo insistente, directo y poco especulador sin florituras que sólo busca rendir al contrario a base de disciplina y goles, podrá haber dado más o menos espectáculo a lo largo de la historia, podrá haber sido más o menos plomizo (aunque siempre me ha gustado ese estilo), pero, después de una cierta "decadencia" entre 1997  y 2005 con algunos "batacazos"  pese al subcampeonato de 2002,  ha sabido reinventarse (y modernizarse, con varias hornadas de hijos de inmigrantes) en los últimos años y jugar más vistosamente aún, y en lo cual, por cierto, pese a los intentos de ciertos guardiolistas, poco o nada tiene que ver el estilo del actual técnico del Bayern anteriormente en el Barcelona; Löw lleva en el cargo desde 2006 desplegando su equipo un juego vistoso, directo y sin demasiada posesión  y superando casi siempre las semifinales, aunque hasta ahora le faltaba el título.

Y el título llegó, por fin. Y además, en América, rompiendo con esa maldición de las selecciones europeas; parece que a Alemania le correspondía, por historial, regularidad y méritos, ser la primera europea en ganar un Mundial en el continente americano. 
Por cierto,  Frente a Argentina, como en las finales de 1986 y 1990. La primera la ganó la albiceleste liderada por ese Maradona aún glorioso, y que sirve constantemente para demostrar que Messi no es como él (y probablemente ya no lo será) y la segunda, esa Alemania disciplinada donde destacaba Lothar Matthäus, pero era sobre todo un bloque granítico. 

Por eso vuelven los 90. No sólo porque se repitiera la final del Mundial de Italia. También porque  24 años después, Alemania recupera su cetro del fútbol planetario, para alegría de los germanófilos españoles (o de otros lugares) como quien escribe, pues lo necesitábamos. Esos germanófilos que tenían a la selección alemana como su segundo equipo, casi rivalizando con el de su propio país, y que necesitaban volverla a ver ganar en directo un Mundial. 


Y ahora, volvamos a la rutina y a los asuntos de la vida...

No hay comentarios:

Publicar un comentario